DIJO
UN ÁNGEL DESDE EL CIELO
Dijo
un ángel desde el cielo
tristes
versos de una endecha,
cuando,
lanzando una flecha,
me
llenó de desconsuelo.
Y
del flechazo me duelo,
pues
de necio escarmenté,
que, por las cosas que sé,
quiero pecar de prudente,
que no ser un inconsciente
del amor y de su fe.
Que,
con verme malherido,
faltando
a la voluntad,
supo,
con su mezquindad,
negarme
juicio y sentido.
Que,
si antes me vi encendido,
su
hielo luego noté,
que, por las cosas que sé,
quiero pecar de prudente,
que no ser un inconsciente
del amor y de su fe.
Y,
siendo tan generoso
el
ángel cuando convida,
si
a cambio pide la vida,
que
la pierda el más goloso.
De
sus artes receloso,
a
su banquete no iré,
que, por las cosas que sé,
quiero pecar de prudente,
que no ser un inconsciente
del amor y de su fe.
Y
hay quien, perdido de amores,
con
cortar una azucena,
siente
que libra su pena,
admirando
sus colores.
Mala
cosa los amores,
como
siempre os lo diré,
que, por las cosas que sé,
quiero pecar de prudente,
que no ser un inconsciente
del amor y de su fe.
Que
acaso el desamorado
vive
más tiempo gozoso
que
quien, en tono amoroso,
se
lamenta de s estado.
Muchos
otros se han quejado,
de
lo cual me burlaré,
que, por las cosas que sé,
quiero pecar de prudente,
que no ser un inconsciente
del amor y de su fe.
Pues
no es el amor sensato
ni
es prudente el que lo alienta,
pues
busca en la cornamenta
la
inocencia del cervato.
Porque
es cruel ese cegato
cuando
dispara y no ve,
que, por las cosas que sé,
quiero pecar de prudente,
que no ser un inconsciente
del amor y de su fe.
2012 © José
Ramón Muñiz Álvarez
“Canciones de
un trovador”
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.
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