DESDE QUE EL RAYO
PRIMERO
Desde que el rayo
primero
de la luz de la
mañana
vio la tristeza en su
rostro
con los colores del
alba,
y, entre suspiros
callados,
la fuente fresca
alcanzaba
a escuchar de los
amores
las tristezas y su
causa
(pues es todo lo que os cuento
la triste verdad amarga);
desde que el sol hizo
alarde,
oyendo correr las
aguas
que se agitan
presurosas
al descender las
montañas,
y, escuchando los lamentos,
las dulces querellas
blandas,
suspiran por la
penuria
que dichas le roba al
alma
(pues es todo lo que os cuento
la triste verdad amarga);
desde que solo conoce
la dureza de la
espada
el corazón encendido
que la venganza
reclama,
y, gritando su pendencia,
con mayor firmeza
aguarda,
para, muerto el
enemigo,
mostrar vencidas sus
armas
(pues es todo lo que os cuento
la triste verdad amarga);
y, desde que todos
saben
que es un alma
enamorada
que, como un ángel
perdido,
rinde al amor la
esperanza,
convocando, en lo
lejano,
la cumbre que, en la
montaña,
quebranta los
horizontes
que lo apartan de la
amada
(pues es todo lo que os cuento
la triste verdad amarga);
yo con tristeza lo
miro,
y en la corriente del
agua,
adivino que en su
pecho
crece, doliente, la
llaga,
porque quien llagado
vive
lo hace con
desesperanza,
de la fortuna
olvidado,
dejado por la
alborada
(pues es todo lo que os cuento
la triste verdad amarga).
2012 © José
Ramón Muñiz Álvarez
“Canciones de
un trovador”
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