Sintió el alma prisionera,
al mirar la balconada,
donde una dulce mirada
lo engañó con su quimera,
porque, rendido a la espera,
mirando con gesto huraño,
fue dichoso con el daño
que lo tuvo malherido,
que, por amores rendido,
lamentó su desengaño.
Y el lamento de la fuente
que escuchaba su lamento
respetó el vencido aliento
del amor incandescente,
cuando la dulce corriente
lo admiró, al brotar del caño,
dichoso con aquel daño
que lo tuvo malherido,
que, por amores rendido,
lamentó su desengaño.
Y dijo: "Quiera el destino
que se muestra caprichoso
que, pues es tan doloroso,
no me vuelva a mí mezquino,
porque mi mal adivino,
si sospecho un mal tamaño,
pues, dichoso con el daño
que me tuvo malherido,
por los amores rendido,
sufriré mi desengaño.
Quiera también la osadía
que conozca la alborada
el color de la mirada
donde hallé la luz del día,
porque, como nieve fría,
se torna ese hielo extraño,
si, dichoso con el daño
que me sabe malherido,
por el amor encendido,
lloro yo mi desengaño".
Y, al confesar su tristeza
donde duerme silencioso
el arroyo rumoroso
que da riego a la maleza,
halló cruel tanta aspereza
cuando, al pie de aquel castaño
fue dichoso con el daño
que lo tuvo malherido,
que, por amores rendido,
lamentó su desengaño.
José Ramón Muñiz Álvarez
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
José Ramón Muñiz Álvarez nació en la villa de Gijón y sigue residiendo en Candás (concejo de Carreño). Su infancia transcurre de manera idílica en dicho puerto, donde pasa su juventud hasta el término de sus estudios. Licenciado en Filología Hispánica y especialista en asturiano, vive a caballo entre Asturias y Castilla León, comunidad en la que es profesor de Lengua Castellana y Literatura. Su afán por las letras y las artes lo ha llevado al cultivo de la poesía.
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