SU
ALIENTO DEJARON
Su
aliento dejaron
las
brisas tempranas,
en
prados dormidos,
cubiertos
de escarcha,
y
el fresco del día
la
vega miraba,
la
altura en las cumbres,
las
nieves calladas.
Las
gentes del pueblo,
al
ver que ya el alba
quebró
los cristales
de
las madrugadas,
corrieron
cortinas,
abrieron
ventanas
y
el aire y las luces
llenaron
sus casas.
Partieron
las mozas
a
la fuente clara,
siempre
cristalina
y
de puras aguas
donde
siempre suelen
mirar
la alborada,
si
cabe el reflejo
de
sus llamaradas.
Partieron
los mozos,
pues
cada mañana
se
van a los huertos
y
a hacer la labranza,
que
es duro trabajo,
y,
al hombro la azada,
haciendo
camino,
sus
pasos avanzan.
Y
el trigo que muele
al
compás del agua
el
vil molinero,
entre
harina blanca,
se
pesa y se vende,
se
lleva y se paga,
para,
con paciencia,
preparar
la masa.
2012 © José
Ramón Muñiz Álvarez
“Canciones de
un trovador”
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