sábado, 1 de diciembre de 2012

DRAMA


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José Ramón Muñiz Álvarez
LAS ALBORADAS SANGRIENTAS” o “LOS LLANTOS DE PARÍS
(drama trágico escrito en
verso en un acto
único)

Descripción de la Francia deprimida de los tiempos en que los
jacobinos imponían la ley
de la guillotina y luchaban sin cuartel contra
las gentes de a pie para calmar
los estados de ánimo
de un pueblo
famélico.

SONETO PARA MARÍA:

No pueden olvidar, en su memoria,
los siglos esas épocas pasadas
que hallaron siempre tristes alboradas
cubiertas por las crisis de la historia:
Mayor es la verdad, mayor la gloria
de quienes vieron épocas doradas,
centurias de vigor que, ya pasadas
dejaron el sabor de su victoria.
No hay flor que no marchite en primavera
y el revolucionario que suspira
sus gritos hace cosa bien ligera.
María sabe bien que es la mentira
lo que la plebe grita bullanguera,
si sabe lo que dice o si delira.

2012 © José Ramón Muñiz Álvarez
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.

SONETO PARA JOHANNES:

No tuvo el cielo azul más armonía
ni más inspiración cuando, luciente,
el sol vio su reflejo en la corriente
que canta ya feliz su sinfonía.
Johannes, con su fina melodía
enciende timbres bellos de repente,
acaso como el brillo de la fuente
que de los montes llega cada día.
Su música cuajó con la belleza
del rayo que despierta, peregrino,
en esa aurora, si se despereza.
Él sabe lo profano y lo divino
que está tras la febril naturaleza
que traza con su acento vivaldino.

2012 © José Ramón Muñiz Álvarez
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.


ACTO ÚNICO:

La acción se desarrolla en una de esas calles del París del Siglo de las Luces, donde se daban cita mendigos, pobres, furcias, ideólogos y revolucionarios. Las casas de traza pobre, el suelo embarrado y la pobreza de la gente son más que palpables, y las neblinas y el cielo gris presentan el momento del alba.

ESCENA PRIMERA:

Dos mendigos hablan en la calle, mientras se calientan junto a unas brasas.

MENDIGO 1-. La gente quiere ver muerte,
y, gozando la violencia,
disfruta de la ocurrencia
y su miseria no advierte.
MENDIGO 2-. Así mataron su suerte
los que saben gobernar,
que, con tanto torturar
y tanto arrancar la vida,
se olvidan de la comida
que nos ha de alimentar.

MENDIGO 2-. Primero el rey, porque a Luis
lo mataron sin razón,
y luego cayó Dantón,
en una mañana gris.
Y las gentes de París
vieron con mucho contento
el cruel acontecimiento
que yo llamo asesinato,
que la plebe, en su arrebato,
quiere ese juego violento.

MENDIGO 1-. Todo lo que aquí sucede
es un engendro terrible
que, aunque parezca imposible,
a un tiempo nuevo precede.
Pero no es justo que quede
sin castigo el asesino,
porque el instinto mezquino
jamás mostró la clemencia,
que pide así la conciencia
con quien hace un desatino.

¡Y esa máquina infernal
con su cuchilla asesina,
que la llaman guillotina,
a mí me parece mal!
MENDIGO 2-. Es un destino fatal,
mas alivia el sufrimiento
al que llevan al tormento,
pues ya le sobra sufrir
con saber que va a morir
y eso le arranca el aliento.

MENDIGO 1-. Hablan de la libertad
como siempre los ilusos,
que digo que son confusos
estos tiempos en verdad.
MENDIGO 2-. Siempre la necesidad
se ceba en quien menos tiene.
MENDIGO 1-. La miseria se entretiene
en darnos este castigo,
porque quien vive mendigo
ignora si vida tiene:

y es que la gente se admira
de tanta Revolución,
mas quien sigue su razón,
pronto advierte la mentira.
MENDIGO 2-. El pobre siempre suspira,
si es que se siente atrapado
en la miseria que ha hallado
desde el mismo nacimiento,
y ya ves, yo sigo hambriento
aunque al rey hayan matado.

MENDIGO 1-. De tanta muerte no sé
qué bien pueda resultar,
que no sé si han de matar
a ninguno ni por qué.
Y entiendo, a lo que se ve,
que este pueblo ha enloquecido,
y, en su miseria perdido,
se convierte en sanguinario,
que así el revolucionario
es un hombre enfurecido.

MENDIGO 2-. Yo, que he sido panadero,
yo, que amasaba la harina,
que siempre la trajo fina
del molino al costalero,
carezco ya de dinero,
y, sumido en la pobreza,
casi envidio a la nobleza
que sube al cadalso y muere,
porque hay quien eso prefiere
a sufrir tanta dureza.

MENDIGO 1-. ¿Panadero? No sabía…
Pero en todo caso, matan,
gritan, gimen se arrebatan
con la mayor alegría,
y dicen, con energía,
corriendo por la ciudad,
que quieren más libertad,
que se acabó la penuria,
que el arrojo y que la furia
ganaron la libertad.

MENDIGO 2-. Pero el pueblo es quien se engaña,
porque, no habiendo ya pan,
todas las gentes están
pidiendo sangre con saña.
MENDIGO 2-. Con ella París se baña,
con ella París despierta,
con ella acaso es incierta
la más incierta la ocasión,
porque la Revolución
malos instintos despierta.

ESCENA SEGUNDA:

Dos caballeros pasan la calle.

CABALLERO 1-. Pena me da ver París
tan triste y tan desolado.
CABALLERO 2-. Ved ese sol que, apagado,
se abre a la mañana gris.
CABALLERO 1-. Ese sol que me decís
debiera ser esperanza,
y aires de desesperanza
corren toda la ciudad.
CABALLERO 2-. Ya no queda dignidad,
mas hay gusto en la matanza.

CABALLERO 1-. Tiempos son de carestía,
que parece que no hay pan,
y desolados están
los que han de vivir al día.
CABALLERO 2-. La mañana viene fría,
y es desgracia, y no pequeña,
pues hay quien no tiene leña
donde pueda hallar calor.
CABALLERO 1-. La bandera tricolor
de esta miseria es la dueña.

CABALLERO 2-. Siento pena de la gente
que no tiene qué comer.
CABALLERO 1-. Algo debieran hacer…
CABALLERO 2-. Paga siempre el inocente.
CABALLERO 1-. Es el gobierno inclemente,
que si se dijo confuso,
dado al engaño y abuso,
el régimen anterior,
es la desgracia mayor.
el que tal desgracia impuso.

CABALLERO 2-. Es que es mucha la pobreza
que en este tiempo se vive.
CABALLERO 1-. No sé cómo se concibe,
que me quedo de una pieza.
CABALLERO 2-. Con culpar a la nobleza
quien gobierna está seguro.
CABALLERO 1-. Es un momento muy duro,
según se puede entender.
CABALLERO 2-. No se puede comprender
estado tan inseguro.

CABALLERO 1-. Es el miedo lo que impera,
y el temor por cada parte.
¿Conocéis a Bonaparte?
CABALLERO 2-. ¡Ah, la canalla embustera…!
Ese es de los que aun espera
que brille en el desatino
un aliento jacobino
que brille puro y glorioso.
CABALLERO 1-. Es un joven ambicioso
que se abrirá gran camino.

CABALLERO 2-. Parece un hombre jovial,
pero es, entre jacobinos,
de los menos libertinos,
y en el fondo es racional.
CABALLERO-. Su condición natural
es la de un aprovechado.
CABALLERO 2-. Dicen que lo han trasladado
y que París deja ya.
CABALLERO 1-. Quién sabe dónde se irá
y qué no tendrá pensado.

CABALLERO 2-. Tiene interés en subir,
y ya que busca ascender,
siempre busca conocer
gente de gran porvenir.
CABALLERO 1-. De él siempre escucho decir
más mentiras que verdades.
CABALLERO 2-. Quienes saben sus bondades
sienten temor, pues bravura,
valor, constancia y locura
junta como cualidades.

CABALLERO 1-. Se me antoja que un futuro
se le ofrece al jovenzuelo,
que trabaja con gran celo
y en el combate es muy duro.
Sabe salir de un apuro
y es lógico el pensamiento
que maneja con talento
en sus tácticas extrañas.
CABALLERO 2-. Verdades son o patrañas
y de las gentes invento.

La verdad que no lo sé,
mas tiene capacidad,
y en este tiempo es verdad
que es lo que menos se ve.
Y, si bien no sé por qué,
puede ser que en el combate
o la vida le arrebate
el enemigo o, victorioso,
vuelva a esta tierra gozoso.
CABALLERO 1-. No iniciemos un debate:

Bonaparte es jacobino,
y es, como tal, insensato,
hombre bruto y sin recato,
ser imprudente y mezquino.
CABALLERO 2-. Ante su ingenio me inclino,
que matemáticas sabe,
y dicen que es hombre grave
y en lo suyo diligente.
CABALLERO-. Al soldado ser valiente
es todo los que le cabe.

ESCENA TERCERA:

Los dos caballeros se retiran por el fondo.

MENDIGO 1-.Quieren los brillos bermejos
despertar el nuevo día,
y ya la mañana fría
ve sus lejanos reflejos,
pues se mira en los espejos
de una clara primavera,
al tiempo que la lechera,
al despuntar la mañana,
avisa, con voz lejana,
y por las calles espera.

MENDIGO 2-. Y ya el canto de las aves
sienten los madrugadores,
que en la luz de los albores
admiran colores suaves,
porque ya las sombras graves
arranca la luz primera,
al tiempo que la lechera,
al despuntar la mañana,
avisa, con voz lejana,
y por las calles espera.

MENDIGO 1-.Y su acento pregonero
convoca a la buena gente,
mientras el sol reluciente
presume de su lucero,
porque el brillo de su esmero
luce siempre dondequiera,
al tiempo que la lechera,
al despuntar la mañana,
avisa, con voz lejana,
y por las calles espera.

MENDIGO 2-. Que hay ya quien a su llamada
acude al llegar el día,
cuando ya la brisa fría
ve deshacerse la helada,
porque, ya con la alborada,
van bajando la escalera,
al tiempo que la lechera,
al despuntar la mañana,
avisa, con voz lejana,
y por las calles espera.

MENDIGO 1-. Que, en escuchando su acento,
saben que ya ha amanecido
quienes el dulce su sonido
escuchan del fino aliento,
cuando el cielo ceniciento
se vuelve acaso quimera,
al tiempo que la lechera,
al despuntar la mañana,
avisa, con voz lejana,
y por las calles espera.

MENDIGO 2-. Ya ha llegado el nuevo día,
pero pronto el griterío
pronunciará el desvarío
con la mayor alegría.
MENDIGO 1-. Y es que tanta es la alegría
de la gente bullanguera,
al tiempo que la lechera,
al despuntar la mañana,
avisa, con voz lejana,
y por las calles espera.

MENDIGO 2-. Gritan que la libertad
es dueña de los caminos,
y, libres, los parisinos
gozan de esta claridad.
MENDIGO 1-. Mas es todo falsedad
que opina el que desespera,
al tiempo que la lechera,
al despuntar la mañana,
avisa, con voz lejana,
y por las calles espera.

MENDIGO 2-. Y, vencidos los tiranos,
aplastada la nobleza,
abolida la realeza,
libres quedan nuestras manos.
MENDIGO 1-. Mas, muertos los soberanos,
Reina el hambre por doquiera,
al tiempo que la lechera,
al despuntar la mañana,
avisa, con voz lejana,
y por las calles espera.

ESCENA CUARTA:

Se oyen las voces de los sansculottes, que corren eufóricos. Con ellos viene el exaltado.

LOS SANSCULOTTES-. Que se haga justicia ya
porque los odios se encienden,
y las razones defienden
la luz que resurgirá.
Pues de nuevo se verá,
y no por causas fingidas,
que las conciencias dormidas
alcanzan su despertar
y se verá al fin luchar
a las gentes oprimidas.

Esos gritos que escucháis
son los gritos de la gente
cansada del indecente
a quien tributo pagáis.
Son la gente que admiráis
si llora con cobardía,
al nacer la luz del día,
y al patíbulo subir,
pues ahora deben morir
si cayó la tiranía.

SANSCULOTTE 1-. Y es que el mundo es más hermoso
desde que se ha levantado
este pueblo que, aplastado,
se lamentaba quejoso.
EL EXALTADO-. Porque siempre el poderoso,
usando de su influencia,
maltrataba sin conciencia
al humilde y desvalido
que rebelarse ha sabido
de tanta cruel inclemencia.

SANSCULOTTE 2-. Y el abuso es indecente,
ya que tal sometimiento
castigaba al pensamiento,
a la verdad de la gente.
EL EXALTADO-. Que, como un astro luciente,
como un claro resplandor,
el símbolo tricolor,
la bandera jacobina
trajeron la guillotina
con afán castigador.

ESCENA QUINTA:

En una esquina Pierre y un sacerdote se oponen a la alegría general.

SACERDOTE-. Ya parecen puro vicio
las protestas de la gente,
y el ejército consiente
tal estrépito y bullicio.
PIERRE-. Quejarse siempre fue oficio
de clases desaliñadas,
de personas descuidadas
que vagan por esos mundos,
de pobres y vagabundos
y otras gentes desgraciadas.

Y se siente uno inseguro,
pues parece extraordinario
que algún revolucionario
grite sin pena ni apuro.
SACERDOTE-. Y el porvenir es oscuro,
que, muerto el rey, se adivina
cuanto se nos avecina,
pues será trágica suerte
vivir pensando en la muerte,
la ley de la guillotina.

PIERRE-. Porque ¿no es una falacia
hablar de la libertad
para, con tal mezquindad,
causar dolor y desgracia?
SACERDOTE-. Si mala es la aristocracia,
el desorden más mezquino
en esta gente adivino,
que tanta luz y pasión
hacen la revolución
el más terrible destino.

SACERDOTE-. Esas gentes jacobinas
con sus voces agitadas
son personas desalmadas
y si hace falta mezquinas.
PIERRE-. Sobran aquí las inquinas,
que todo es buscar poder,
y no temen deshacer
la más rancia autoridad,
que, gritando libertad,
tienen un fácil placer.

ESCENA SEXTA:

André y Gastón se unen al corrillo de Pierre.

PIERRE-. Es espíritu de guerra,
es del poder la ambición,
lo que incita esta pasión
que loca vuelve a esta tierra.
ANDRÉ-. Así la paz se destierra,
así pierde la bondad,
y se esconde la verdad
y gana en fin la mentira,
porque, si el pueblo suspira,
no es por hallar libertad.

Y no es justo, pienso yo,
darle muerte a un soberano
que mostró blanda la mano
con el pueblo al que adoró.
GASTÓN-. El pueblo no lo mató:
fueron esos asesinos,
que, avarientos y mezquinos,
usaron la guillotina,
esa máquina dañina
que truncó tantos destinos.

Al rey mataron dichosos
con ese cruel aparato,
mostrando tal arrebato
a los mozos jubilosos.
Políticos alevosos
son esos republicanos,
y la mancha de sus manos
es la sangre que destilan,
pues a la gente aniquilan
y saben mostrarse ufanos.

GASTON-. Muerto Luis, hasta un marqués
siente el vil escalofrío,
por tener un señorío
en este mundo al revés.
ANDRÉ-. Los escritos de Sieyés
tienen al pueblo encendido,
y es que grita consumido
el vulgo y quiere venganza,
si es que a las calles se lanza
con miserable rugido.

EL EXALTADO-. Ahora hay vida y libertad,
y París el quejumbroso
es un pueblo jubiloso
con tanta felicidad,
pues, logrando la igualdad
de todos los estamentos,
brillan ya los pensamientos
del sueño de la razón
en esta revolución
de campesinos hambrientos.

LOS SANSCULOTTES-. Pues libres hemos de ser,
vivan los republicanos!
¡Todos iguales y hermanos
ante un nuevo renacer!
¡Que se mueran los tiranos
y vivan los jacobinos!
¡Que vivan los jacobinos
que nos dan la libertad!
¡Viva París la ciudad!
¡Ni tiranos ni asesinos!

¡Que vivan los jacobinos
que nos dan la libertad!
¡Viva París la ciudad!
¡Ni tiranos ni cretinos!
¡Basta de reyes mezquinos
y de príncipes tiranos!
¡Todos iguales y hermanos
ante un nuevo renacer!
¡Pues libres hemos de ser,
vivan los republicanos!.

EL EXALTADO-. Ahora hay dicha, y ya la gente
sin temor se arremolina
con otra gente vecina,
tras una espera paciente.
Fluye libre la corriente
que el Sena lleva en su seno,
y el discurso que era cieno
en boca de la nobleza
hoy se torna gentileza
para el corazón más bueno.

La gente de cuna rancia
siente temor y, en conciencia,
la humillación, con paciencia,
sienten los nobles de Francia.
Mientras tanto la fragancia
que nos da la libertad
hace bella la ciudad
al llegar la primavera,
porque su brillo no espera
a dar su felicidad.

Que al final se ha conseguido
que sufran en la Bastilla
aquellos a quien humilla
este bien que se ha querido,
que el justo no es perseguido,
y quien llora en la prisión
es quien la Revolución
odia por ser la igualdad,
los que encubren la verdad
y no merecen perdón.

MENEDIGO 1-. Y la maldad jacobina
aprovecha a hacer más daño
con el hipócrita engaño
que su crueldad imagina.
MENEDIGO 2-. Porque el odio la ilumina,
ya que nunca el pensamiento,
porque el ánimo violento
que sangre pide en la plaza
es la mayor amenaza
en este tiempo sangriento.

MENEDIGO 1-. Y el desastre que padece
la gente que sufre y llora
se admira al nacer la aurora,
se escucha cuando oscurece.
MENEDIGO 2-. Acaso no me apetece
sino dejar la ciudad,
buscar la tranquilidad
del retiro campesino,
hablar con algún vecino,
poder disfrutar la paz.

MENEDIGO 1-. Pues París ha enloquecido,
y, enloquecido París,
la vida parece gris
y no queda colorido.
MENEDIGO 2-. Como un grito estremecido
se siente ya esta locura,
que la gente se apresura
por un mendrugo de pan,
y no quedan quienes dan
ni las migas, a esta altura.

MENDIGO 1-. Mas también la Ilustración,
esos raros literatos,
entreteniendo sus ratos,
han llevado a esta pasión:
la ceguera hacen razón,
y en el nombre del estado
todo es ya un desaguisado
para la sed asesina
que admira la guillotina
y al hombre atemorizado.

SANSCULOTTE 1-. ¿No es verdad, amigos míos,
que el pensamiento prefiere,
librarse de quien lo hiere
con propósitos sombríos?
Y se me encienden los bríos
viendo el derroche y las galas:
si da a la razón sus alas
la razón del desdichado,
otro ha de ser nuestro estado.
EL EXALTADO-. Grandes ideas regalas.

GASTÓN-. ¡Esos canallas malditos,
esas gentes miserables,
sus gritos imperdonables,
porque no cesan sus gritos!
PIERRE-. Perdona la ley delitos,
gobierna la sinrazón.
LOS SANSCULOTTES-. ¡Viva la Revolución,
los aires de libertad,
viva la fraternidad
y el sueño de la razón!

SACERDOTE-. ¡Esa gente enloquecida!
LOS SANSCULOTTES-. ¡Que vivan los jacobinos!
PIERRE-. Se confunden los caminos
con la pasión encendida…
LOS SANSCULOTTES-. ¡Más libertad y más vida
nos traen los republicanos,
que, muertos los soberanos,
más libres queremos ser!
SACERDOTE-. Desconocen el deber…
PIERRE-. Solo son unos villanos.

EL EXALTADO-. Que no queda ya certeza
que nos quepa despejar,
si Francia va a despertar
libre ya de la nobleza.
Y ese sol que despereza
las llamas de su alegría,
anuncia a la brisa fría
su cansancio en un bostezo
que enciende su luz, su rezo
viendo tal algarabía.

Y, pues somos ciudadanos
y no vasallos, cantemos
y a la vida saludemos
ante sus brillos tempranos.
Que los que estaban ufanos
de su fuerza y su poder,
sufren viendo amanecer
la dicha de nuestra gloria,
nuestra insólita victoria
que no se podrá perder.

SANSCULOTTE 2-. ¿No es cierto que nos maltratan,
que nos tienen de sirvientes,
que con dureza a las gentes
mayor desprecio desatan?
EL EXALTADO-. Poco importa que debatan,
de la locura al abismo,
si es bueno ese despotismo
que consiste en dominar
y llamarlo reformar
para seguir con lo mismo.

GASTÓN-. Grita el pueblo consumido
y el vulgo quiere venganza,
si es que a las calles se lanza
con miserable rugido.
SACERDOTE-. El pueblo cruel, resentido,
al desatino camina.
PIERRE-. Y la maldad jacobina
aprovecha a hacer más daño
con el hipócrita engaño
que su crueldad imagina.

SACERDOTE-. No comprendo el sinsentido
que justifique este azote,
porque, siendo sacerdote,
tanto daño no he entendido.
PIERRE-. No sé cómo han consentido
las naciones extranjeras
que dominen las quimeras
de esa gente maliciosa
que se lanza, maldadosa,
desde las luces primeras.

ANDRÉ-. Hasta el Sena huele a muerte,
y, en nombre de la conciencia,
han faltado a la clemencia
con quien suplica esa suerte.
GASTÓN-. Esa dureza se advierte
en las gentes parisinas,
que, a fuerza de ser dañinas,
con ánimo despiadado
han incluso asesinado
a inocentes pueblerinas.

PIERRE-. No queda sino beber,
y olvidarse, con el vino,
de la maldad del destino,
la corrupción y el poder.
ANDRÉ-. No sé si lo podré hacer,
porque la naturaleza
ha negado la belleza
a lo que era más sagrado.
SACERDOTE-. Todo lo llena el pecado
y la falta de nobleza.

ESCENA SÉPTIMA:

Los del corrillo de Pierre se van. Llegan dos damas.

DAMA 1-. Me parece escandaloso
que esta falta de justicia
le parezca una delicia
a un pueblo bruto y morboso.
DAMA 2-. Yo nunca pensé que hermoso
fuera ver a un condenado,
y, aunque es justo que el pecado
tenga su justo castigo,
es el perdón un amigo
de aquel que se vio afrentado.

DAMA 1-. En París la sangre riega
las calles desde la aurora,
y el lamento del que llora
y el del que en silencio ruega.
DAMA 2-. La muerte misma navega
del alma en lo más profundo,
que ya que está loco el mundo,
si nada vale la vida,
quiero darme por perdida
en este lugar inmundo.

Pero no quiere la fe
que haya tal desesperanza,
pues hay bienaventuranza
donde tanto mal se ve.
DAMA 1-. Acaso no sé por qué
han de odiar a quien aspira
a no escuchar la mentira
de esos viles asesinos.
DAMA 2-. Jacobinos, girondinos,
gente loca que delira…

DAMA 1-. Pues antes la primavera
llegaba con alegría,
y ahora la brisa se enfría
y la floración espera.
DAMA 2-. No falta quien desespera
y quien muere de temor,
que son tiempos de dolor
estos que estamos viviendo,
pues nos vienen persiguiendo
las envidias y el rencor.

DAMA 1-. Escuchad como la gente,
a quienes no se lo dan,
famélica pide pan
con un acento insolente.
DAMA 2-. Ademán irreverente,
acento insolente y fiero
es lo que con tanto esmero
muestra la plebe hoy en día.
DAMA 1-. ¡Cómo grita esa jauría!
DAMA 2-. Callad, que escucharlos quiero.

EL EXALTADO-. Pues yo pienso que es verdad
lo que dicen, lo que sienten,
lo que gritan, lo que advierten,
hartos de tanta maldad.
¿No sufre el pobre en verdad
mil privaciones y quiere,
cuando siente que ya muere,
librarse de la opresión.
LOS SANSCULOTTES-. Viva la revolución
que la libertad prefiere.

SANSCULOTTE 2-. Y, pues roban la riqueza,
pienso yo que los marqueses,
sobran entre los franceses
por su infinita dureza.
Aplastar a la nobleza
es conquistar dignidad,
que esa es toda la verdad
que a nuestro pueblo defiende,
y que muera quien ofende
nuestra nueva libertad.

SANSCULOTTE 1-. Que, olvidando las bondades,
a las ruindades descienden
las gentes viles que ascienden
cometiendo mil ruindades
que piden las majestades
que al pueblo han avasallado,
y el pueblo se ha levantado
y a los tiranos derroca,
pues el odio de su boca
sus furores ha expresado.

DAMA 1-. ¿Y para qué tanta muerte,
tantos odios y pasiones,
tantas necias sinrazones
en este mundo sin suerte?
DAMA 2-. La vida Francia pervierte
de este modo extraordinario,
pues no hay revolucionario
que no sienta esta maldad
de dar rienda a la crueldad
de su aliento sanguinario.

MENDIGO 1-. Esa gente es ignorante,
y matarlos apetece.
MENDIGO 2-. Mientras el pueblo padece,
Muestran su furia arrogante.
MENDIGO 1-. Y pienso que en este instante,
si alguien algo les dijera,
a la guillotina fuera
solamente por hablar:
solo piensan en matar
a quien vivir solo espera.

LOS SANSCULOTTES-. Que se haga justicia ya
porque los odios se encienden,
y las razones defienden
la luz que resurgirá.
Pues de nuevo se verá,
y no por causas fingidas,
que las conciencias dormidas
alcanzan su despertar
y se verá al fin luchar
a las gentes oprimidas.

Esos gritos que escucháis
son los gritos de la gente
cansada del indecente
a quien tributo pagáis.
Son la gente que admiráis
si llora con cobardía,
al nacer la luz del día,
y al patíbulo subir,
pues ahora deben morir
si cayó la tiranía.

SANSCULOTTE 1-. Y es que el mundo es más hermoso
desde que se ha levantado
este pueblo que, aplastado,
se lamentaba quejoso.
EL EXALTADO-. Porque siempre el poderoso,
usando de su influencia,
maltrataba sin conciencia
al humilde y desvalido
que rebelarse ha sabido
de tanta cruel inclemencia.

SANSCULOTTE 2-. Y el abuso es indecente,
ya que tal sometimiento
castigaba al pensamiento,
a la verdad de la gente.
EL EXALTADO-. Que, como un astro luciente,
como un claro resplandor,
el símbolo tricolor,
la bandera jacobina
trajeron la guillotina
con afán castigador.

Y, pues somos ciudadanos
y no vasallos, cantemos
y a la vida saludemos
ante sus brillos tempranos.
Que los que estaban ufanos
de su fuerza y su poder,
sufren viendo amanecer
la dicha de nuestra gloria,
nuestra insólita victoria
que no se podrá perder.

ESCENA OCTAVA:

Quedan solamente los mendigos.

MENDIGO 1-. Quienes hablan de la gente,
del pueblo y su libertad,
engañan, en realidad,
del modo más indecente.
MENDIGO 2-. Yo tengo por inclemente
tanta falacia y mentira,
pues, si la gente suspira,
es el hambre que en el alma
arrebata toda calma
y así la gente delira.

El pueblo sufre el engaño
del jacobino alevoso,
y parece doloroso
que se le haga tanto daño.
MENDIGO 1-. Sí que es triste el desengaño,
pues quiere la guillotina,
de manera tan mezquina,
ocultar esa evidencia
que revela la conciencia:
falta de pan y de harina.

Que bien se escucha decir
a las gentes que padecen
que por hambre languidecen
hasta el punto de mentir.
MENDIGO 2-. Y nosotros, con pedir,
conocemos el dolor,
la crueldad de ese color
que nos deja en la pobreza
más que la misma nobleza
y los cuentos del honor.

Que diga un privilegiado
que este es un pueblo mezquino,
mas yo por algo me inclino,
y es pensar que sí ha atinado.
MENDIGO 1-. El pueblo no la causado,
pero si un gobierno viene,
es causante y culpa tiene
de esos males que se viven,
las miserias que se describen
y que nadie las detiene.

Y es lástima ver que Francia
siente en su misma miseria
que no es política seria
malvivir sin abundancia.
MENDIGO 2-. No me admira la jactancia
con la que algunos se agitan,
pues por todas partes gritan
sus consignas endiabladas,
cuyas sus voces enojadas
al vulgo engañado excitan.

2012 © José Ramón Muñiz Álvarez
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.

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