domingo, 1 de septiembre de 2013

De mañana el caballero



DE MAÑANA EL CABALLERO

        De mañana el caballero,
sobre su hermosa alazana,
la brisa sintió en el rostro,
al despertar la mañana.
        De mañana el caballero,
al perderse en la montiña,
subido en su bella yegua,
admiró la luz del día.
        De mañana el caballero,
sobre la yegua montado,
del aire sintió, en el rostro,
el beso del viento helado.
        De mañana el caballero,
por la vereda del río,
subido en su bella yegua,
vio del sol el puro brillo.
        Ay del joven caballero,
porque, con irse de caza,
deja solos los amores,
esperando en la ventana.
        Ay del joven caballero,
que, con ir de cacería,
los amores solos deja,
mirando la luz del día.
        Ay del joven caballero,
si del amor olvidado,
deja solos los amores,
y se va para los llanos.
        Ay del joven caballero,
que su dama da al olvido,
para montar a caballo,
bajo el cielo ya encendido.
        Y, corriendo el alto cielo,
al llegar la luz del alba,
las nubes el neblí cruza,
batiendo alegre las alas.
        Y, corriendo el alto cielo,
al llegar la luz del día,
el neblí sus alas bate,
como si tuviera prisa.
        Y, corriendo el alto cielo,
viendo el sol en lo lejano,
por las nubes atraviesa,
el neblí que va volando.
        Y, corriendo el alto cielo,
el cielo sabe encendido,
el neblí sus alas bate,
bajo un sol de puro brillo.
        Ay del joven caballero,
porque, yendo de mañana,
deja solos los amores,
desde las horas del alba.
        Ay del joven caballero,
que, en su yegua, con el día,
parte y deja los amores,
pues dice que tiene prisa.
        Ay del joven caballero,
si los amores dejando,
parte solo de mañana,
buscando frondas y claros.
        Ay del joven caballero,
que, tras fuertes amoríos,
los amores deja solos
en la torre del castillo.
        Y, pues el ave se aleja
por las alturas lejanas,
por el sendero lo sigue,
y en su caballo se lanza.
        Y, pues el ave se aleja
por las altas lejanías,
montado en su hermosa yegua,
desde la tierra lo mira.
        Y, pues el ave se aleja
por el cielo despejado,
por el sendero lo sigue,
apurando su caballo.
        Y, pues el ave se aleja
más allá del ancho río,
con gran tristeza retorna
a su viejo señorío.
        Ay del joven caballero,
porque, llegando ya el alba,
deja solos los amores,
para partir a la caza.
        Ay del joven caballero,
que, al llegar la amanecida,
parte y deja los amores,
con el despuntar del día.
        Ay del joven caballero,
que, partiendo tan temprano,
los amores abandona,
para ver volar un pájaro.
        Ay del joven caballero,
que regresa y, abatido,
el neblí que se ha escapado
quisiera dar al olvido.

2013 © José Ramón Muñiz Álvarez
"Poemas para Mael y Jimena"

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