“CABALLERO
EN SU CABALLO”
Caballero en su caballo,
como
otras veces solía,
adentróse
en la floresta,
cuando
la tarde moría.
Y, por seguir el sendero,
por
el vergel se perdía,
entre
la verde hojarasca
y
la maleza que había.
Sintió sed, pues escuchaba
la
corriente que corría
a
la orilla de una fuente,
si
de la piedra nacía.
Al desmontar del caballo
sintió
gran melancolía,
y
recordó los amores
que
dejó en la lejanía.
Y así le contó a la fuente
la
tristeza que tenía
por
hallarse desterrado
donde
nunca volvería.
–Oh, verso de amor sagrado,
porque
tiene nombradía
el
amor que el pecho siente,
si
busca la fuente fría;
Oh, canto que, querelloso,
apurar
el mal podría,
si
no fuera porque, lejos,
la
tristeza se encendía.
Oh, fe que tuve otras veces,
porque
atrás volver sabría
y,
montado en mi caballo,
en
mis tierras la tendría.
Mas no lo quiso su padre,
que,
ofendido, respondía
cada
vez que, con esmero,
a
la niña le pedía pedía.
Pues dijo: “No será tuya”.
Y
quise que fuera mía,
y
el destino me condena
y
este castigo me envía.
Y, por eso, vivo triste,
y
el ánimo se me enfría,
y
siento, desde temprano,
una
gran melancolía.
Y siento que el pecho duele,
y
lamento la porfía
que
del amor alejada
quiere
ver la suerte mía.
Y pues todo hace el despecho,
sale
cara la osadía,
que
pone el amor en riesgo,
no
faltando la valía.
Y, después de ser bizarro,
pues
fue tal la bizarría,
quien
gallardo de mostraba
olvida
su gallardía.
Y sus dolores confiesa
cuando
cae la noche fría,
que
al ocaso cantar sabe
todo
el mal que el pecho cría.
"Poemas para Mael y Jimena"
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