domingo, 22 de septiembre de 2013

Don Marcos


EL ROMANCE DE DON MARCOS

         A caballo va don Marcos,
que, con paso decidido,
como el rayo volar quiere
y llegar hasta el castillo.
         El castillo está en un monte,
sobre un alto precipicio,
no muy lejos de esa orilla
que fue dibujando el río.
         Tanto el caballo galopa
como el sol, de puro brillo,
arde en el cielo callado,
viendo al joven afligido.
         –¿Cómo podré yo, señora,
pues menester es decirlo,
hablar de mi pecho triste
y decir que estoy herido?
         Pues esto dijo don Marcos,
si no mintieron los mirlos
que, cruzando aquel hayedo,
vieron al joven decirlo.
         La espada al fin desenvaina
como quien al enemigo
quiere retar, mas el reta,
siempre atrevido, al destino.
         Y, decidido, en su yegua,
sin detener su camino,
el puente dice que bajen
y que le abran el rastrillo.
         Porque saben bien las horas
que lo llenan con su hechizo,
al recordar tales ojos,
castigar tan gran delito.
         Pues esto dijo don Marcos,
si no mintieron los mirlos
que, al volar de rama en rama,
lo hallaron donde el castillo.
         El marqués, que tal oyera,
sabiendo que era inaudito,
a las almenas se asoma
con el semblante encendido.
         Y que es don Marcos supone,
y, pues lo sabe atrevido,
dice que tal osadía
no quedará sin castigo.
         Mas no hace caso don Marcos,
porque, del amor cautivo,
solo a su amor se dirige,
con sus voces, decidido.
         –Porque mirar vuestros ojos
es, acaso, estar perdido,
como están los desterrados,
si padecen tal suplicio.
         Pues esto dijo don Marcos,
si no mintieron los mirlos
que, volando por las ramas,
lo vieron en el camino.
         El marqués, pues que no calla,
le responde dando gritos,
y le exige que retire
las palabras que le ha dicho.
         Y el pecho que amores llora
por no morir encendido,
con quimeras se alimenta
y el pecho sabe maldito.
         Don Marcos, porque es galante,
del duro amor malherido,
jura que no ha de partirse,
puesto que sirve a Cupido.
         Que es delito lo que siente
y es delito seguir vivo,
si quiere el tormento acaso
tener si pecho encendido.
         Pues esto dijo don Marcos,
si no mintieron los mirlos
que, yendo de monte en monte,
dijeron a los vecinos.
         Salióse a la balconada
la niña por recibirlo,
que le pide que se vaya
y que olvide el amorío.
         Y triste se ve don Marcos,
porque canta, entristecido,
por los bosques, cuando vuelve
por los callados caminos.
         Y es que el pecho sintió roto,
el ánimo vio vencido,
y, condenando su fuego,
estas palabras se dijo.
         –Malhaya el que está en amores,
porque el amor es indigno,
si es que el amor es el llanto
de no ser correspondido.
         Pues esto dijo don Marcos,
si no mintieron los mirlos
que, cruzando aquel hayedo,
vieron al joven decirlo.

2013 © José Ramón Muñiz Álvarez

"Poemas para Mael y Jimena"

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