“EL
ROMANCE DE DON MARCOS”
A caballo va don Marcos,
que,
con paso decidido,
como
el rayo volar quiere
y
llegar hasta el castillo.
El castillo está en un monte,
sobre
un alto precipicio,
no
muy lejos de esa orilla
que
fue dibujando el río.
Tanto el caballo galopa
como
el sol, de puro brillo,
arde
en el cielo callado,
viendo
al joven afligido.
–¿Cómo podré yo, señora,
pues
menester es decirlo,
hablar
de mi pecho triste
y
decir que estoy herido?
Pues esto dijo don Marcos,
si
no mintieron los mirlos
que,
cruzando aquel hayedo,
vieron
al joven decirlo.
La espada al fin desenvaina
como
quien al enemigo
quiere
retar, mas el reta,
siempre
atrevido, al destino.
Y, decidido, en su yegua,
sin
detener su camino,
el
puente dice que bajen
y
que le abran el rastrillo.
Porque saben bien las horas
que
lo llenan con su hechizo,
al
recordar tales ojos,
castigar
tan gran delito.
Pues esto dijo don Marcos,
si
no mintieron los mirlos
que,
al volar de rama en rama,
lo
hallaron donde el castillo.
El marqués, que tal oyera,
sabiendo
que era inaudito,
a
las almenas se asoma
con
el semblante encendido.
Y que es don Marcos supone,
y,
pues lo sabe atrevido,
dice
que tal osadía
no
quedará sin castigo.
Mas no hace caso don Marcos,
porque,
del amor cautivo,
solo
a su amor se dirige,
con
sus voces, decidido.
–Porque mirar vuestros ojos
es,
acaso, estar perdido,
como
están los desterrados,
si
padecen tal suplicio.
Pues esto dijo don Marcos,
si
no mintieron los mirlos
que,
volando por las ramas,
lo
vieron en el camino.
El marqués, pues que no calla,
le
responde dando gritos,
y
le exige que retire
las
palabras que le ha dicho.
Y el pecho que amores llora
por
no morir encendido,
con
quimeras se alimenta
y
el pecho sabe maldito.
Don Marcos, porque es galante,
del
duro amor malherido,
jura
que no ha de partirse,
puesto
que sirve a Cupido.
Que es delito lo que siente
y
es delito seguir vivo,
si
quiere el tormento acaso
tener
si pecho encendido.
Pues esto dijo don Marcos,
si
no mintieron los mirlos
que,
yendo de monte en monte,
dijeron
a los vecinos.
Salióse a la balconada
la
niña por recibirlo,
que
le pide que se vaya
y
que olvide el amorío.
Y triste se ve don Marcos,
porque
canta, entristecido,
por
los bosques, cuando vuelve
por
los callados caminos.
Y es que el pecho sintió roto,
el
ánimo vio vencido,
y,
condenando su fuego,
estas
palabras se dijo.
–Malhaya el que está en amores,
porque
el amor es indigno,
si
es que el amor es el llanto
de
no ser correspondido.
Pues esto dijo don Marcos,
si
no mintieron los mirlos
que,
cruzando aquel hayedo,
vieron
al joven decirlo.
2013 © José Ramón Muñiz Álvarez
"Poemas para Mael
y Jimena"
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