domingo, 22 de septiembre de 2013

Del arroyuelo a la orilla




DEL ARROYUELO A LA ORILLA

        Del arroyuelo a la orilla
supo la dulce muchacha,
acompañar el silencio
mientras viejos paños lava.
        Las aves del cielo escuchan
a la moza, porque canta
las canciones que ellas suelen,
si se pierden en las ramas.
        Y ella, que se ve dichosa,
al tiempo que todo pasa,
dulcemente se deleita
donde las horas se callan.
        Qué suave su voz se escucha
entre la densa hojarasca,
donde se mezcla al murmullo
de la corriente que danza.
        –Decid vos, el caballero–,
canta la bella muchacha,
donde blancas van quedando
las sedas bellas y claras.
        Porque, cantando romances,
corren las penas amargas,
como las aguas del río,
cuando descienden las aguas.
        –Decid vos, el caballero–,
escuchan desde las casas,
que su voz, desde las frondas
es por otros celebrada.
        Y es que no lejos del pueblo
queda la orilla apartada
donde, con voz cadenciosa,
canta la dulce muchacha.
        –Decid vos, el caballero–,
dice, como en las batallas,
la soldadesca de ataño,
empuñando las espadas.
        Porque las viejas historias
y las crónicas pasadas,
son de todos conocidas,
por estas gentes honradas.
        –Decid vos, el caballero–,
grita, mostrando las ansias
y el furor en el combate,
si combate la mesnada.
        Que son romances hermosos
los que en la villa se cantan,
si San Juan viene en verano,
dejando atrás la invernada.

2013 © José Ramón Muñiz Álvarez

"Poemas para Mael y Jimena"

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