martes, 17 de septiembre de 2013

Perceval

PERCEVAL

En el bosque silencioso,
en el fondo del hayedo,
no sabrá lo que es el miedo
el guerrero valeroso.
Y, si se adentra gozoso
bajo la sombra fatal
de la mañana invernal
algún noble caballero,
entonces con más esmero
sabrá hacerlo Perceval.

Porque, siendo el noble Arturo
quien a esta empresa lo envía,
le hace honor, pues que se fía
del corazón siempre puro.
No habrá baluarte ni muro,
no habrá bosque ni humedal
que frenar pueda a un zagal
que, dejado a su albedrío,
sabrá luchar con más brío,
porque es fuerte Perceval.

Y es que del rey el mandato
le encomienda esta aventura,
cuando en la senda se apura,
llevado del arrebato.
Porque no es vasallo ingrato
el que, sirviendo leal,
con el bien enfrenta el mal
que dificulta el camino,
porque busca su destino
el bueno de Perceval.

Siente el valor en el pecho
quien, con ánimo bravío,
se aventura por el río,
sin ambición ni provecho.
La aventura es el derecho,
que, en el mundo señorial,
corre en busca del Grial
de todos el más valiente,
y así se aventura ardiente
el bueno de Perceval.

Luce en la altura la llama
que despierta con el día
y, no falto de osadía,
mira cómo se derrama.
Y piensa en su bella dama,
que a la vereda otoñal
de su rostro virginal
dice su claro color,
cuando sueña a Blancaflor
el bueno de Perceval.



2013 © José Ramón Muñiz Álvarez
"Poemas para Mael y Jimena"

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