“LA MUERTE DEL REY FAVILA”
[Donde al Sella con su beso
alcanza
el agua del Güeña,
la
ciudad está de Cangas,
ni
muy grande ni pequeña.
Es una ciudad hermosa
donde
las gentes son buenas,
donde
la vida transcurre
ni
pesada ni ligera.
La gente acude al trabajo
y
las horas volanderas
pueden
tardar en pasarse
si
no es que alguien las alegra.
Y porque es más agradable
escuchar
alguna endecha,
cantan
las mozas del pueblo,
si
en la fuente se refrescan.
Porque no faltan en Cangas
quienes
los romances sepan,
pues
este romance cantan
las
más hermosas mozuelas:]
“De caza fue en su caballo
el
rey cuando, a la alborada,
lo
sorprendió en el camino
el
reflejo de la escarcha.
–¿Dónde vas, joven Favila,
dónde
vas tan de mañana?
–A
cazar algún venado
detrás
de aquella montaña.
De caza salió en la yegua
por
la vereda sombría,
el
rey, cuando, con el alba,
lo
miró la escarcha fría.
–¿Dónde vas tan de mañana,
dónde
vas joven Favila?
–A
cazar algún cervato
de
los de esta serranía.
De caza fue el soberano
y,
cruzando una majada,
el
brillo lo vio en el prado
que
reflejó la mañana.
–¿Dónde vas, joven Favila,
pues
es hora tan temprana?
–A
cazar alguna fiera,
si
es que es menester la caza.
De caza fue el soberano
y,
entre dos bellas colinas,
lo
halló el sol más encendido,
por
aquella pradería.
–¿Dónde vas, joven muchacho,
dónde
vas, buen rey Favila?
–A
cazar alguna bestia,
en
esta mañana fría.
Y salió de aquel sendero
y
cabalgó, de mañana,
escuchando
las preguntas
agoreras
de la helada:
–¿Dónde vas, mi buen Favila,
dónde
vas, que tanto avanzas?
–A
dar muerte a una criatura
y
entretenerme en la caza.
Y salió de aquel sendero
y
cabalgó, con el día,
escuchando
las preguntas
que
le hizo la nieve fría:
–¿Dónde vas, buen soberano,
dónde
vas, buen rey Favila?
–A
matar una alimaña
y
gozar la cacería.
Y salió de aquel camino
y
vio el despertar del alba,
admirándose,
a lo lejos,
de
la nieve en las montañas:
–¿Dónde vas, mi buen Favila,
entre
las nieves que cuajan?
–A
matar alguna cierva,
pues
es tiempo de matarla.
Y salió de la vereda
y,
subiéndose a la cima,
escuchar
quiso a la cumbre
enterrada
en nieve fría:
–¿Dónde vas, tan imprudente,
dónde
vas, buen rey Favila?
–A
darle muerte a aquel oso
que
en la arboleda camina.
Pasó pronto el sol el cielo,
y,
pues pasó la mañana,
al
rey echaron de menos
los
moradores de Cangas.
–¿Dónde está el rey, que no vuelve,
si
se fue tan de mañana?
para
muerte dar a un ciervo,
si
no fuera otra alimaña?
Pasó pronto el sol el cielo,
y,
pues pasó el mediodía,
al
rey echaron de menos
las
gentes que allí vivían.
–¿Dónde está el rey, que no llega,
si
partió a la amanecida?
Y
una voz les dijo triste
que
el monarca no vivía.
2013 © José Ramón Muñiz Álvarez
"Poemas para Mael
y Jimena"
No hay comentarios:
Publicar un comentario