domingo, 22 de septiembre de 2013

MUERTE DE FAVILA

 “LA MUERTE DEL REY FAVILA

         [Donde al Sella con su beso
alcanza el agua del Güeña,
la ciudad está de Cangas,
ni muy grande ni pequeña.
         Es una ciudad hermosa
donde las gentes son buenas,
donde la vida transcurre
ni pesada ni ligera.
         La gente acude al trabajo
y las horas volanderas
pueden tardar en pasarse
si no es que alguien las alegra.
         Y porque es más agradable
escuchar alguna endecha,
cantan las mozas del pueblo,
si en la fuente se refrescan.
         Porque no faltan en Cangas
quienes los romances sepan,
pues este romance cantan
las más hermosas mozuelas:]
         “De caza fue en su caballo
el rey cuando, a la alborada,
lo sorprendió en el camino
el reflejo de la escarcha.
         –¿Dónde vas, joven Favila,
dónde vas tan de mañana?
–A cazar algún venado
detrás de aquella montaña.
         De caza salió en la yegua
por la vereda sombría,
el rey, cuando, con el alba,
lo miró la escarcha fría.
         –¿Dónde vas tan de mañana,
dónde vas joven Favila?
–A cazar algún cervato
de los de esta serranía.
         De caza fue el soberano
y, cruzando una majada,
el brillo lo vio en el prado
que reflejó la mañana.
         –¿Dónde vas, joven Favila,
pues es hora tan temprana?
–A cazar alguna fiera,
si es que es menester la caza.
         De caza fue el soberano
y, entre dos bellas colinas,
lo halló el sol más encendido,
por aquella pradería.
         –¿Dónde vas, joven muchacho,
dónde vas, buen rey Favila?
–A cazar alguna bestia,
en esta mañana fría.
         Y salió de aquel sendero
y cabalgó, de mañana,
escuchando las preguntas
agoreras de la helada:
         –¿Dónde vas, mi buen Favila,
dónde vas, que tanto avanzas?
–A dar muerte a una criatura
y entretenerme en la caza.
         Y salió de aquel sendero
y cabalgó, con el día,
escuchando las preguntas
que le hizo la nieve fría:
         –¿Dónde vas, buen soberano,
dónde vas, buen rey Favila?
–A matar una alimaña
y gozar la cacería.
         Y salió de aquel camino
y vio el despertar del alba,
admirándose, a lo lejos,
de la nieve en las montañas:
         –¿Dónde vas, mi buen Favila,
entre las nieves que cuajan?
–A matar alguna cierva,
pues es tiempo de matarla.
         Y salió de la vereda
y, subiéndose a la cima,
escuchar quiso a la cumbre
enterrada en nieve fría:
         –¿Dónde vas, tan imprudente,
dónde vas, buen rey Favila?
–A darle muerte a aquel oso
que en la arboleda camina.
         Pasó pronto el sol el cielo,
y, pues pasó la mañana,
al rey echaron de menos
los moradores de Cangas.
         –¿Dónde está el rey, que no vuelve,
si se fue tan de mañana?
para muerte dar a un ciervo,
si no fuera otra alimaña?
         Pasó pronto el sol el cielo,
y, pues pasó el mediodía,
al rey echaron de menos
las gentes que allí vivían.
         –¿Dónde está el rey, que no llega,
si partió a la amanecida?
Y una voz les dijo triste
que el monarca no vivía.     

2013 © José Ramón Muñiz Álvarez

"Poemas para Mael y Jimena"

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