José
Ramón Muñiz Álvarez
“DEJÓ
SUS NOBLES MANSIONES
QUIEN
EN LA SENDA
DEL
RÍO”
(Romance
del enamorado que
cazaba
con su halcón
para
olvidar las
tristezas
que
suelen los más
mozos)
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Dejó
sus nobles mansiones
quien
en la senda del río,
escuchando
los rumores,
buscó
descanso tranquilo.
Sus
torres dejó y los muros
de
su orgulloso castillo,
para
perderse, a caballo,
por
el callado camino.
Las
aves mira a lo lejos
porque
los sigue atrevido,
si
no lo lleva en el puño,
el
viejo halcón peregrino.
Pues
es un pájaro noble,
pues
es un regalo digno,
que
el rey se lo puso al puño,
con
tan solo ser un niño.
–¿Dónde
vas en tu caballo
por
amores pensativo?
–Voy
buscando mi consuelo,
y
el aliento del olvido.
–¿Mas
qué espíritu malvado
quiso
cebarse, dañino?
–El
amor, que siempre duele
a
quien deja su castillo.
–¿Y
cómo el tiempo entretienes
para
olvidar tu destino?
–Por
los campos voy a caza
y
me pierdo en el camino.
–¿Y
cómo a la noche triste
la
calma das a tus bríos?
–Escuchando
los romances
que
se cantan desde siglos.
Pasó
corriendo la aurora,
y
la alborada sus brillos
agotó
en el horizonte,
viendo
extinguirse el hechizo.
Y
se admiraron nevados
los
montes tristes, dormidos
bajo
las nieves y escarchas
que
dan letargo al olvido.
Y
transcurrió el mediodía,
y
la tarde, con su frío,
un
saludo en lo lejano
dio
al crepúsculo vencido.
Y,
volviendo a su palacio
con
el halcón peregrino,
por
estar fría la noche,
en
su lecho sintió frío.
2014
© José Ramón Muñiz Álvarez
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