José
Ramón Muñiz Álvarez
“LA
ESPADA TOMÓ EN LA MANO, PORQUE, FUERA DE LA VAINA”
(Romance
de asunto fronterizo donde se habla
del
deseo de
venganza
del caballero
portugués)
http://jrma1987.blogspot.com
La
espada tomó en la mano,
porque,
fuera de la vaina,
con
el acero desnudo,
toda
su furia desata.
Y,
montado en su caballo,
yendo
bravo a la batalla,
enfrentado
al enemigo,
como
valiente se lanza.
Porque
en su gesto la furia
lo
agitaba a la venganza,
después
de ver por el campo
tanta
sangre derramada.
Pues
eran gentes valientes
los
amigos que quedaban
malheridos
a la orilla
donde
fresca corre el agua.
–¿Y
tengo que llorar triste
estas
lágrimas amargas
por
los amigos que dejo
a
merced de vuestras lanzas?
¡Antes
he de daros muerte,
que,
cruzando las espadas,
quiero
que brille el acero
como
la furia en el alma!
Porque
en el suelo se admira
esa
gente que es hidalga,
nacidos
de noble cuna
si
es que no es mayor la casa.
Príncipes,
condes y duques
quiero
vengar con mi rabia,
que
he de arrancar vuestras vidas
como
vosotros las almas.
–Tened,
señor, vuestro fuego,
pues
el ánimo que os lanza
a
la muerte os ha arrojado
y
a la punta de mi lanza.
Y
pensad que en esta guerra,
además
de nobles almas,
yacen
mis hombres por tierra,
no
solo gentes cristianas.
Y,
pues es Alá el más alto,
por
premiar a quien se afana,
ha
de darles como premio
la
mayor gloria del alma.
Porque
las puertas las abre
al
valiente, en la batalla,
si,
con la fe de su lado,
dispuesto
está a dar el ánima.
–Si
sois valiente y creyente,
aparquemos
las palabras,
y
el que deba morir muera
y
viva el que vida hallara.
Por
mi parte, os quiero muerto,
que
es de gente desalmada
decir
que Dios ha querido
el
dolor de esta matanza.
Porque
por el suelo yacen
de
mi padre viejas canas,
de
mis hermanos cabello
y
de mis tíos la barba.
Y
he de ensuciarme las manos
con
la sangre de quien mata,
porque
si mata a los míos,
pagará
cara la hazaña.
–Sabedlo,
pues sois tan niño
que
la muerte en la batalla
es
lo que espera el guerrero,
si
alza valiente la espada.
Pues
con honor vuestra gente
supo
luchar y fue brava,
arremetiendo
con fuerza,
porque
así les hizo falta.
Y,
porque son gente noble,
luchando
dieron la entraña,
y
no es menester que muera
con
vos la sangre más rancia.
¿No
sois el último vástago
de
las gentes castellanas
cuyas
vidas agonizan
en
el campo de batalla?
–Hijo
soy del más valiente
de
las tierras de Braganza,
porque
el duque al de Castilla
en
esta guerra apoyaba.
Las
insignias portuguesas
en
el escudo grabadas
os
dirán la nombradía
de
la gente derrotada.
Y
en castigo a la soberbia
de
dar muerte despiadada
a
mis gentes, he de darte
el
final que Dios te guarda.
Que,
en alcanzándote el pecho,
por
estas tierras tan áridas
ha
de rodar tu cabeza
bajo
el filo de la espada.
2014
© José Ramón Muñiz Álvarez
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