lunes, 12 de mayo de 2014

La espada tomó en la mano

José Ramón Muñiz Álvarez
LA ESPADA TOMÓ EN LA MANO, PORQUE, FUERA DE LA VAINA”
(Romance de asunto fronterizo donde se habla
del deseo de
venganza del caballero
portugués)

http://jrma1987.blogspot.com

La espada tomó en la mano,
porque, fuera de la vaina,
con el acero desnudo,
toda su furia desata.
Y, montado en su caballo,
yendo bravo a la batalla,
enfrentado al enemigo,
como valiente se lanza.
Porque en su gesto la furia
lo agitaba a la venganza,
después de ver por el campo
tanta sangre derramada.
Pues eran gentes valientes
los amigos que quedaban
malheridos a la orilla
donde fresca corre el agua.
¿Y tengo que llorar triste
estas lágrimas amargas
por los amigos que dejo
a merced de vuestras lanzas?
¡Antes he de daros muerte,
que, cruzando las espadas,
quiero que brille el acero
como la furia en el alma!
Porque en el suelo se admira
esa gente que es hidalga,
nacidos de noble cuna
si es que no es mayor la casa.
Príncipes, condes y duques
quiero vengar con mi rabia,
que he de arrancar vuestras vidas
como vosotros las almas.
Tened, señor, vuestro fuego,
pues el ánimo que os lanza
a la muerte os ha arrojado
y a la punta de mi lanza.
Y pensad que en esta guerra,
además de nobles almas,
yacen mis hombres por tierra,
no solo gentes cristianas.
Y, pues es Alá el más alto,
por premiar a quien se afana,
ha de darles como premio
la mayor gloria del alma.
Porque las puertas las abre
al valiente, en la batalla,
si, con la fe de su lado,
dispuesto está a dar el ánima.
Si sois valiente y creyente,
aparquemos las palabras,
y el que deba morir muera
y viva el que vida hallara.
Por mi parte, os quiero muerto,
que es de gente desalmada
decir que Dios ha querido
el dolor de esta matanza.
Porque por el suelo yacen
de mi padre viejas canas,
de mis hermanos cabello
y de mis tíos la barba.
Y he de ensuciarme las manos
con la sangre de quien mata,
porque si mata a los míos,
pagará cara la hazaña.
Sabedlo, pues sois tan niño
que la muerte en la batalla
es lo que espera el guerrero,
si alza valiente la espada.
Pues con honor vuestra gente
supo luchar y fue brava,
arremetiendo con fuerza,
porque así les hizo falta.
Y, porque son gente noble,
luchando dieron la entraña,
y no es menester que muera
con vos la sangre más rancia.
¿No sois el último vástago
de las gentes castellanas
cuyas vidas agonizan
en el campo de batalla?
Hijo soy del más valiente
de las tierras de Braganza,
porque el duque al de Castilla
en esta guerra apoyaba.
Las insignias portuguesas
en el escudo grabadas
os dirán la nombradía
de la gente derrotada.
Y en castigo a la soberbia
de dar muerte despiadada
a mis gentes, he de darte
el final que Dios te guarda.
Que, en alcanzándote el pecho,
por estas tierras tan áridas
ha de rodar tu cabeza
bajo el filo de la espada.


2014 © José Ramón Muñiz Álvarez

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