José
Ramón Muñiz Álvarez
“NO
EXISTEN OJOS MÁS CLAROS
NI
EXISTE MAYOR
DESDÉN”
(Romance
del escudero valiente que,
pensando
en la doncella,
dejó
la retaguardia
con
brío
y
fue alabado por el
rey)
http://jrma1987.blogspot.com
–No
existen ojos más claros
ni
existe un mayor desdén
que
el que triste me asesina
y
me torna amarga hiel.
Que,
pues amores no quiero,
quiere
el amor ser, a fe,
la
tortura de mi pecho
y
el final de tanto bien.
Y,
pues de escudero sirvo
en
las guerras que hace el rey,
porque
a la doncella quiero,
quiero
luchar yo también.
Que
la hazaña en el combate
suele
dar la fama a quien
para
ser visto requiere
de
nombre, de honor y fe.
El
marqués, que oyó sus voces,
porque
es rico y lucha bien,
sabe
decirle al muchacho
que
no basta con querer.
Que
no se lance a lo loco
para
encontrarse después
con
la derrota frustrante
y
la muerte cerca de él.
–No
quiero yo esos consejos,
porque
seguirlos no es bien,
cuando
el amor es acaso
lo
que otras veces no fue.
Y
no acataré el mandato
aunque
lo mande el marqués,
que
para mandar hay muchos
y
bien sabré lo que hacer.
Quiso
el mozo con bravura
sobre
el lomo del corcel,
porque
es valiente y gallardo,
adelantarse
al marqués.
Que,
atrás quedan otros nobles,
pues,
asustados, lo ven,
cómo
a todos se adelanta,
pero
sin ser descortés.
Porque
a las tropas dejaba
y,
entregado a su correr,
fue
a buscar al enemigo
para
enfrentarse con él.
Y,
admirando la bravura
del
muchacho, supo el rey
admirar
esa osadía
en
quien solo es un doncel:
–Sin
el temor de la vida,
pudo
el joven recorrer
lo
que no corren los míos
por
imponer mi poder.
Y
gallardo se le admira
donde
gallardo se ve
a
quien valiente se lanza
en
su valiente corcel.
Y
por tener ese brío
parece
ser noble a fe
que
premie yo tanto arrojo,
si
lo permite la ley.
Y
es que lo piden los fueros
que
contienen el saber
de
las leyes que nos rigen
y
contienen todo el bien.
2014
© José Ramón Muñiz Álvarez
José
Ramón Muñiz Álvarez
“NO
QUISIERA–DIJO EL CONDE–,
A
FUERZA DE HACERME
VUESTRO”
(Romance
sobre cuestiones amorosas
en
el que el caballero
recibe
el
suave
reproche
de la
amada)
http://jrma1987.blogspot.com
–No
quisiera–dijo el conde–,
a
fuerza de hacerme vuestro,
mis
lágrimas entregaros,
porque
sois vos el tormento.
Y,
pues de dolor suspiro,
ya
que de estas penas muero,
no
son menester desdenes,
si
conmigo sois desprecio.
Por
eso, señora mía,
de
los dolores me quejo,
que
sois a dejar herido
el
corazón en el pecho.
Y,
siendo el amor extraño,
pues
raro es mi sentimiento,
es
amaros lo que enciende
la
sed que me tiene seco.
–Pues
yo quisiera, buen conde,
cautivando
el sentimiento,
teneros
en mi regazo
y
mis brazos ofreceros.
Pues
ese dolor que os mata,
si
es amor y si es sincero,
porque
el amor es la muerte,
no
debe doleros menos.
Y
sabed que es de mi gusto
saber
que os aprieta el pecho
esa
tensión que os aflige,
pues
es el signo que quiero.
Que
si el dolor encendido
arde
por fin tan adentro,
he
de decir que soy dueña
del
más noble caballero.
–Pues
sabed, señora mía,
que
esas palabras entiendo
como
malas intenciones
sobre
malos argumentos.
Que
no es el amor un algo
que
sirva a quien quiere fuego
para
calentar orgullos
a
costa de ajenos pechos.
Y
no son esas bondades
las
que decís, si, a lo menos,
sabe
el amante aliviarse
de
su callado tormento.
Y
no he de decir a nadie
el
manantial tan secreto
que
pierden mis tristes labios
cuando
parir quieren versos.
–Pues
sí que sois presuntuoso
he
de decir, y es que os veo
luchar
en el desafío
como
el más noble guerrero.
Mas
no son las del amor
las
lides de los torneos,
pues
estas lides, amigo,
requieren
otros esfuerzos.
Y,
porque vos lo ignoráis,
aunque
sois hombre tan bueno,
no
alcanzaréis los amores
que
os proponga el raudo tiempo.
Que
quiere el amor galante
escuchar
dulces requiebros
y
no esas querellas malas
en
que se os pierde el cerebro.
2014
© José Ramón Muñiz Álvarez
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