martes, 6 de mayo de 2014

La Gaviera y el Cabo Peñes

José Ramón Muñiz Álvarez
LA GAVIERA

http://jrma1987.blogspot.com

La espuma de las olas se enciende con violencia,
batiéndose con gana, dejando el testimonio
de todo ese furor que vive en cada golpe
que hiende, despiadado, en rocas y peñascos.
La Herbosa, solitaria, contempla el horizonte,
lejano pero hermoso, testigo de las horas
que aguardan a que el faro nos muestre los colores
que enciende el ojo bello que alumbra los crepúsculos.
También hay otros cabos y faros que contemplan
la noche que, cercana, nos deja que advirtamos
las luces temblorosas de estrellas que adivinan,
quizás en la penumbra, los barcos más pequeños.
Y calla la Gaviera, que sabe las penurias
de náufragos y ahogados, de pobres y de tristes,
de gentes cuya vida se vuelve miserable,
si siente los zarpazos del mar que no perdona.
Y llora, en Cabo Peñas, vencida por el viento,
la luz dorada y débil del sol que se despide,
la brisa del verano que muere con septiembre,
la espuma que se bate debajo, entre las rocas.
El alto precipicio que azotan esos mares
conoce la dureza del agua que se encrespa,
que lucha, con bravura, llevando con coraje
las piedras con la fuerza que encienden con su rabia.
Los meses del verano verán como las lluvias
se adueñan de esta zona que aguarda los chubascos,
comunes todo el año, si acaso más frecuentes
desde el otoño fresco que ve los cielos grises.

2014 © José Ramón Muñiz Álvarez

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