José
Ramón Muñiz
LA
ERMITA SIRVE COMO
HUMILLADERO
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La ermita sirve como humilladero, no
lejos del camino, en esa cuesta que corre, pronunciada, hasta la
villa. El gótico es hermoso en esos muros que acaban en los cuatro
chapiteles que adornan los pináculos erguidos. En tiempos ya
pasados, los creyentes solían inclinarse, fervorosos, rezando y
santiguándose ante el Cristo. Las rejas no permiten que se adentre
ninguno de los muchos que se acercan y miran, desde fuera, la
capilla.
Al fondo está la sierra, que en la
sierra la nieve abunda cuando ya el invierno derrota, con su azote,
los paisajes: los pardos, los rojizos y amarillos que cubren el lugar
llenan el valle que duerme silencioso al pie del monte. Y, densos,
los pinares, los pinares que llenan con su verde las laderas que
ascienden hasta el muro de granito. Pues muro de granito nos parecen
las cumbres que se elevan, como torres, buscando el cielo azul, puro
y callado.
Los níscalos, los blancos
champiñones, a veces la lepiota, dan más vida, no lejos del
sendero, al campo humilde. El campo de la oliva, el campo verde que
permanece bello en el otoño, tras un verano seco como pocos. Y aquel
verano bello y sus rigores, lejano ya, perdido para siempre, que
encarnará en el próximo verano. El Tiétar brillará en la
primavera, veremos ese Gredos siempre hermoso, sus montes
majestuosos, sus primores.
El sol podrá mostrar, naciendo el
día, las nieves, el granizo y las heladas que manchan los altivos
farallones. El hielo del enero se hace fuerte y toma la comarca con
sus sábanas calladas de tristezas y penurias. Y es bello ese paisaje
melancólico que llora con dolor, que se lamenta, que gime cada
noche, si hace frío. Y el blanco será dueño de ese imperio de
montes y cordales que se siguen, cruzando los paisajes abulenses.
Y bello será ver cómo renacen las
flores en los campos, como vuelve la luz a despertar con cada aurora.
Y bello será ver los pastizales crecidos que el pastor busca en la
altura, si lleva hacia los montes sus ganados. Y bello será hallar
esos caminos poblados por rebaños, porque siempre se escuchan en la
zona los cencerros. Tendrá el valle del Tiétar su hermosura, si
llega con color la primavera, tejiendo la alegría en sus colores.
2014 ©
José Ramón Muñiz Álvarez
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