martes, 6 de mayo de 2014

Humilladero

José Ramón Muñiz
LA ERMITA SIRVE COMO
HUMILLADERO

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La ermita sirve como humilladero, no lejos del camino, en esa cuesta que corre, pronunciada, hasta la villa. El gótico es hermoso en esos muros que acaban en los cuatro chapiteles que adornan los pináculos erguidos. En tiempos ya pasados, los creyentes solían inclinarse, fervorosos, rezando y santiguándose ante el Cristo. Las rejas no permiten que se adentre ninguno de los muchos que se acercan y miran, desde fuera, la capilla.
Al fondo está la sierra, que en la sierra la nieve abunda cuando ya el invierno derrota, con su azote, los paisajes: los pardos, los rojizos y amarillos que cubren el lugar llenan el valle que duerme silencioso al pie del monte. Y, densos, los pinares, los pinares que llenan con su verde las laderas que ascienden hasta el muro de granito. Pues muro de granito nos parecen las cumbres que se elevan, como torres, buscando el cielo azul, puro y callado.
Los níscalos, los blancos champiñones, a veces la lepiota, dan más vida, no lejos del sendero, al campo humilde. El campo de la oliva, el campo verde que permanece bello en el otoño, tras un verano seco como pocos. Y aquel verano bello y sus rigores, lejano ya, perdido para siempre, que encarnará en el próximo verano. El Tiétar brillará en la primavera, veremos ese Gredos siempre hermoso, sus montes majestuosos, sus primores.
El sol podrá mostrar, naciendo el día, las nieves, el granizo y las heladas que manchan los altivos farallones. El hielo del enero se hace fuerte y toma la comarca con sus sábanas calladas de tristezas y penurias. Y es bello ese paisaje melancólico que llora con dolor, que se lamenta, que gime cada noche, si hace frío. Y el blanco será dueño de ese imperio de montes y cordales que se siguen, cruzando los paisajes abulenses.
Y bello será ver cómo renacen las flores en los campos, como vuelve la luz a despertar con cada aurora. Y bello será ver los pastizales crecidos que el pastor busca en la altura, si lleva hacia los montes sus ganados. Y bello será hallar esos caminos poblados por rebaños, porque siempre se escuchan en la zona los cencerros. Tendrá el valle del Tiétar su hermosura, si llega con color la primavera, tejiendo la alegría en sus colores.

2014 © José Ramón Muñiz Álvarez

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