lunes, 19 de mayo de 2014

El destierro





José Ramón Muñiz Álvarez

POR LOS CAMPOS VA AL DESTIERRO,

POR LOS CAMPOS Y LAS

SIERRAS”

(Romance del hombre que huyó de

la corte, temeroso de

los desdenes

de la amada y fue acogido por

cabreros)



http://jrma1987.blogspot.com



Por el amor va al destierro,

por los campos y las sierras,

quien, por desdenes colmado,

deja su sangre en la tierra.

La sangre, por ser la vida,

los llantos, por ser tristeza

que en el espíritu nace,

si el amor se desespera.

Triste va por los caminos

quien de amores se querella

por una doncella hermosa,

la que enciende mayor pena.

Y, pues es bella la dama,

se queja la corte entera,

porque matan esos ojos

que lo son de la belleza.

Dijo el desafortunado:

Quiero, al fin, en la floresta,

cantar el dolor de siempre

y los males que me aquejan.

Porque quise, como amante,

gozar de su buena estrella,

y ella, con ese rechazo,

me conduce a esta condena.

Que, a esta condena arrojado,

vengo aquí a cantar con pena

los dolores de la entraña

que las pasiones engendran.

Pues torcidas voluntades

deben ser las que la sueñan,

que, a fuerza de ser hermosa,

toda razón se despeña.”

Dijo el desafortunado:

Poco importa que me hiera

ese orgullo femenino

que su pecho cruel encierra.

Que siento en el pecho el daño,

y, pues es normal que duela,

he de seguir el camino

de quien el amor ahuyenta.

Y por eso han de ayudarme

en esta alocada empresa

los cabreros de la zona,

gentes nobles y discretas.

Pero también son amigos,

ya que he sufrido esta afrenta,

los arroyos más humildes

y los bosques y las hiedras.”

Dijo el desafortunado:

Y si es preciso que muera

la esperanza, he de matarla,

aunque la lucha es tan fiera.

Que no podrán los lamentos

darme descanso ni tregua

en lo que ya viene siendo

contra el amor dura guerra.

Y, si de ella soy proscrito

(porque soy proscrito de ella),

es preciso que asesine

cuanto en mí a la dama quiera.

Que es noble ser hombre digno,

ya que, por una doncella,

no es menester derrumbarse,

si se es hombre de nobleza”.

Aquellos razonamientos

se oyeron por las veredas,

que los pastores lo oyeron,

gentes honradas y buenas.

Dicen que lo cobijaron,

dicen que les dio tal pena

que compartieron cabreros

con el muchacho las quejas.

Unos por una pastora,

otros por otra mozuela,

y él por la dulce muchacha,

de la corte la más bella.

Y por los montes y valles

dicen que el eco resuena,

si lo cantan ruiseñores

en la callada arboleda.



2014 © José Ramón Muñiz Álvarez

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