José
Ramón Muñiz Álvarez
“HALLAR
PUDO EN EL HAYEDO CON
LA
LUZ DE LA ALBORADA”
(Nueva
canción épico-lírica de asunto amoroso
a
modo de cosaute donde se ofrece
una
rara representación
de
los momentos
de
abatimiento
de
un caballero hidalgo y noble
vencido
por la magia del
amor)
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Hallar
pudo en el hayedo,
con
la luz de la alborada,
sin
aliento, la tristeza
que
le roba la esperanza.
Hallar
pudo en el hayedo,
tras
correr la brisa fría,
sin
aliento, la tristeza
que
su dolor encendía.
Hallar
pudo en el hayedo,
al
correr el aire helado,
sin
aliento, la tristeza
y
el dolor enamorado.
Hallar
pudo en el hayedo,
al
correr el viento herido,
sin
aliento, la tristeza
que
le arranca todo brío.
Y
al mirar los resplandores
de
la luz de la mañana,
la
muerte sospechó en ellos
y
en los colores del alba.
Y
al mirar las claridades
del
alba recién nacida,
la
muerte sospechó en ellos
y
en los colores del día.
Y
al ver nacer ese cielo
con
los colores más claros,
la
muerte en ellos supuso
y
en los destellos tempranos.
Y
al mirar los resplandores
en
las alturas sus brillos,
la
muerte en ellos supieron
y
en su extraño señorío.
Que,
por aquella arboleda,
vuelan
luces hechizadas,
entre
la niebla que viene
arrancando
las escarchas.
Que,
por aquella arboleda,
arde
densa la neblina
entre
las luces primeras
de
la aurora repentina.
Que,
por aquella arboleda,
con
apuro el aire helado,
entre
las luces primeras
el
hielo quiebra en el prado.
Que,
por aquella arboleda,
luce
el oro de su hechizo,
esa
neblina que viene
para
romper el granizo.
Y
pudo ver, entre robles,
por
la senda iluminada,
la
esperanza, cuando torna
para
morir en la nada
Y
pudo ver, entre robles,
al
pasar, la fresca orilla,
la
corriente del arroyo,
la
que en el alma se agita.
Y
pudo ver, entre robles,
los
colores derramados,
donde
los suspiros saben
de
los pechos derrotados.
Y
pudo ver, entre robles,
los
colores del camino,
donde
la esperanza llora
con
el ánimo vencido.
Y
seguir quiso el sendero
junto
a la orilla callada,
con
el pecho dolorido,
falto
siempre de esperanza.
Y
seguir quiso el sendero,
cuando
ya la luz del día
dominando
el horizonte
por
la altura se esparcía.
Y
seguir quiso el sendero
junto
a la orilla del río,
falto
siempre de esperanza,
con
el pecho dolorido.
Y
seguir quiso el sendero
donde
se oyen los remansos
del
arroyo mientras llora
con
el pecho fatigado.
2014
© José Ramón Muñiz Álvarez
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