LA
BRISA QUE
SE APURA
La
brisa que se apura
descubre,
con el alba,
un
cielo gris, un mar en lo lejano,
el
eco de las olas que, agitadas,
despiertan
con bostezos melancólicos.
Y
el mundo, sin embargo,
no
quiere despertarse
del
sueño que lo cubre como, a veces,
lo
cubre un haz de estrellas en el cielo,
salvando
de las sombras los rincones.
No
dejes de fijarte:
en
ese cielo hermoso
alumbran
mil colores, a lo lejos,
dejando
sus destellos sobre el prado
que
llora humedecido, tras la noche.
Los
bosques del otoño
anuncian
su tristeza
y
al fin el estornino eleva el vuelo
por
cielos que se nublan, anunciándonos
el
llanto del invierno que se acerca.
Y
en todo caso, el aire
parece
temeroso,
ardiendo
en horizontes donde el brillo
desnuda
sus rojizos y dorados,
para
mostrar a tiempo el nuevo día.
Y
nace el nuevo día
burlesco,
pues sus luces
disfrutan,
saltarinas, en la nada,
hablando
a los silencios que no duermen
y
admiran a las aves que madrugan.
Es
aire que se agita,
que
miente y se abalanza,
mostrándose
tal vez zafio y grosero,
para
llevar las luces a su dueña,
si
quiere la mañana despertarse.
Y
vemos ya sus brillos,
sus
magias encendidas,
la
llama rutilante cuyas voces
pronuncia
en esa nada que se pierde
tan
solo unos minutos en silencio.
2014 © José Ramón Muñiz Álvarez
No hay comentarios:
Publicar un comentario