“LAS
CRINES DEL CORCEL
DEL
NUEVO DÍA” O
“EL
SOL DUERME EN
LOS
VIEJOS
HORIZONTES”
Escrito
para un excelente
amigo,
José Blanco Portillo,
gran
aficionado
a la
astrofísica.
Las crines del corcel del nuevo día que busca,
raudo, el cielo y las alturas, enciende el horizonte y la alborada que rompe el
frontispicio de la noche. Y ve que en los caminos el granizo que vino con las
horas de tormenta refleja los colores de esa aurora que llena de dorados el
paisaje.
Las horas de silencio se deshacen, se dejan ir y
mueren en la nada, para volver después, con un crepúsculo que quiere ser
sinónimo de muerte. Y es bello caminar, con la mañana, bajo ese cielo azul,
bajo ese cielo que mezcla sus colores en las olas que lloran al llegar a las
arenas.
La brisa, que saluda siempre fresca, recorre los
lugares, se aproxima y escapa, repentina, a otros lugares que besa con el hielo
de su boca. Después cantan las aves y la noche deshace el campamento que
ocupaba, se fuga a otras regiones donde quieren sumirse en el silencio las
estrellas.
Mas no será preciso que la noche regrese con sus
tardes enlutadas, llenándonos de sombras y de muerte, si el sol se duerme en
viejos horizontes. Sin sombras, sin estrellas y sin luna, tú sabes, cuando
quieres, explicarnos la lógica que vive en la mecánica que pone en marcha todo
el Universo.
Y sabes lo que son los agujeros por donde, con
apuro, los fotones, se pierden en la gruta de la nada, llenando un bulto denso
pero mínimo. Yo quiero que me digas los secretos que sueles comentar a los que
saben, y sepas descubrir esa belleza que esconden los misterios de este mundo.
2014 © José Ramón Muñiz Álvarez
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