Para
el profesor Erich Schagerl
Los cisnes levantaron por el cielo
sus vuelos elegantes, pues ya nada
podría retenerlos: la invernada
cubría estas regiones con su hielo.
Las alas extendieron sobre el suelo
y alzáronse valientes, que, nevada,
la aurora apareció, y, con su llegada,
los vio cruzar el aire con su vuelo.
Un norte abandonado y silencioso
de vientos, temporales e inclemencias
herido por la escarcha se dormía.
En su letargo intenso duerme el oso,
el cisne parte y todas las ausencias
se vuelven hacia la melancolía.
2005 © José Ramón Muñiz Álvarez
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