martes, 12 de agosto de 2014

Transparencia


TRANSPARENCIA

          El alba silenciosa se despierta  
y deja respirar, en su susurro, 
la brisa que recorre cada playa. 
          El cielo es un pincel que, ceniciento, 
dibuja con temor la luz herida 
que quieren, sobre el lienzo, las auroras. 
          Las rocas del cantil esperan tristes 
el eco de las sombras de la noche, 
que corren, en su escape, a lo lejano. 
          Las aguas cristalinas no sospechan 
que el brillo que sacude el horizonte 
será un puñal que busque lo profundo. 
          Las algas, como el ocle, saben poco 
del gusto del salitre, cuando el aire 
despierta en el aliento más temprano. 
          Y tú, que te sumerges en las sábanas, 
pareces entregarte a los placeres 
de quienes se adentraron en las simas. 
          La luz del sol dibuja otros matices 
allí donde las viejas caracolas 
aguardan bajamares que no llegan. 
          Los blancos de la espuma de las olas 
de dicen en tu piel y la acarician, 
en una sacudida de frescura. 
          Y el cuerpo está desnudo, totalmente
 desnudo en esos reinos de rumores 
que corren, como siempre, a la deriva. 
          Quizás tu piel se torna, para siempre, 
en una comunión con ese cosmos 
que habita donde el líquido elemento.

2014 © José Ramón Muñiz Álvarez

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