jueves, 21 de agosto de 2014

Los ecos del Danubio



 “LOS ECOS DEL DANUBIO DIBUJAN
UN SUSPIRO QUE CONFIESAN
LAS AGUAS QUE PROFIEREN
UN ECO DE RUMORES”
El canto de las aguas del Danubio
no lejos de las torres
arruinadas
que vieron otros siglos,
cuya vida
corrió con el apuro de
los tiempos
(Poema prosístico
dedicado al profesor Erich
Schagerl)

por José Ramón Muñiz
Álvarez

Las sombras esparcidas que huyeron, temerosas, sintieron la amenaza de las luces que ardieron, con apuro, desde esos horizontes callados, apagados, a lo lejos, que vieron en la altura una alazana que salta, que se agita, que violenta la paz de los lugares con sus brillos, risueña, con su llama coralina.
Y todos sus luceros ardieron en el aire como ese canto alegre de cabriolas que miran los que quieren hallar su beso cálido por los paisajes bellos que la admiran, que saben su belleza y la pregonan por mundos apartados, por aldeas donde las gentes suelen ser sencillas y no ambicionan nunca su oro hermoso.
Quizás es puñalada la luz que corre alegre por bóvedas que duermen en la noche, si quiebra los cristales que brillan en el suelo, dejados por la helada, por el beso que piden las escarchas y la nieve (que suele ser la nieve de las cumbres el canto a la belleza que, en la sierra, refresca el aire sano de los montes).
Yo siento que su beso me roza con frescura, promesa de la luz de la mañana, pues digo que su beso no es cosa que nos hiera, que sabe despertarnos ese aliento que trae la brisa fría, si es que quiere, llenando los jardines silenciosos, los parques y los bosques del espíritu del ocre y los dorados del otoño.
Los ecos del Danubio dibujan un suspiro, la voz de la tristeza que confiesan las aguas que profieren un eco de rumores que saben explicar melancolías al muro del castillo que levantan las ruinas en la orilla, donde suelen tener sus casas viejos campesinos que saben hacer vinos exquisitos.

2014 © José Ramón Muñiz Álvarez

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