“LOS ECOS DEL DANUBIO DIBUJAN
UN SUSPIRO QUE
CONFIESAN
LAS AGUAS QUE
PROFIEREN
UN ECO DE
RUMORES”
El canto de las aguas del Danubio
no lejos de las torres
arruinadas
que vieron otros siglos,
cuya vida
corrió con el apuro de
los tiempos
(Poema prosístico
dedicado al profesor Erich
Schagerl)
por José Ramón Muñiz
Álvarez
Las sombras
esparcidas que huyeron, temerosas, sintieron la amenaza de las luces que
ardieron, con apuro, desde esos horizontes callados, apagados, a lo lejos, que
vieron en la altura una alazana que salta, que se agita, que violenta la paz de
los lugares con sus brillos, risueña, con su llama coralina.
Y todos sus
luceros ardieron en el aire como ese canto alegre de cabriolas que miran los
que quieren hallar su beso cálido por los paisajes bellos que la admiran, que
saben su belleza y la pregonan por mundos apartados, por aldeas donde las
gentes suelen ser sencillas y no ambicionan nunca su oro hermoso.
Quizás es
puñalada la luz que corre alegre por bóvedas que duermen en la noche, si
quiebra los cristales que brillan en el suelo, dejados por la helada, por el
beso que piden las escarchas y la nieve (que suele ser la nieve de las cumbres
el canto a la belleza que, en la sierra, refresca el aire sano de los montes).
Yo siento que
su beso me roza con frescura, promesa de la luz de la mañana, pues digo que su
beso no es cosa que nos hiera, que sabe despertarnos ese aliento que trae la
brisa fría, si es que quiere, llenando los jardines silenciosos, los parques y
los bosques del espíritu del ocre y los dorados del otoño.
Los ecos del
Danubio dibujan un suspiro, la voz de la tristeza que confiesan las aguas que
profieren un eco de rumores que saben explicar melancolías al muro del castillo
que levantan las ruinas en la orilla, donde suelen tener sus casas viejos
campesinos que saben hacer vinos exquisitos.
2014 © José Ramón Muñiz Álvarez
No hay comentarios:
Publicar un comentario