sábado, 7 de febrero de 2015

Espinela

Para María Dolores Menéndez López

Mansiones del alba

       No encontrarás la hermosura
De los cielos hechizados
Cuando enseñen sus bordados
Luminosos en la altura.
No verás la noche oscura,
Si en silencio se convierte.
Será el beso de la muerte
Lo que sientas a deshora,
Cuando la luz de la aurora
Sobre los mares despierte.
       No hallarás la luz del día
En un horizonte hermoso
Cuando luzca, luminoso,
El sol en la lejanía.
No encontrarás la alegría
De la mañana que nace.
Será triste el desenlace
Que traerá la madrugada,
Justo cuando la alborada
Sus negras sombras deshace.
       Y estarás sola y perdida
Cuando el hielo te apuñale,
Cuando la noche te iguale
Y huya, cobarde, la vida.
Sentirás, aunque dormida,
Que se te escapa el aliento.
Y, callado, el firmamento
Verá temblar las estrellas
Cuando sus luces más bellas
Vuelva en oro ceniciento.
       Luego un sol enamorado
Lucirá con elegancia,
Derramando su abundancia
Sobre un mar apaciguado.
Su luz habrá despertado
Los más cálidos colores.
Después vendrán los albores,
Y, en los cielos, su belleza
Anunciará la tristeza
Que mengua sus resplandores.
       Y cruzará la mañana
Las alturas espaciosas,
Haciéndolas luminosas
Con su sonrisa lozana.
Y, agotándose temprana,
Traerá la nieve su hechizo.
Y nieve será, y granizo
Que correrá por el suelo,
Y mis ojos en el cielo
Un rayo serán huidizo.
       Y buscarán tu ternura,
Preguntándole a la brisa
Por tu mágica sonrisa,
Por tu gracia y tu dulzura.
Y vendrá la noche oscura
Y sus sombras apagadas,
Y no faltarán veladas
Para buscar en el cielo
Los colores de tu pelo,
Al tornar las alboradas.
       Déjate pues al sosiego
Y duerme un sueño tranquilo
Mientras llega, con sigilo,
La muerte, su beso ciego.
Ríndete al sueño que luego
Se volverá silencioso.
Busca ese mar en reposo
Donde no corren las horas
Y, esperando otras auroras,
Protege el sueño gozoso.

2005 © José Ramón Muñiz Álvarez
“Los arqueros del alba”

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