sábado, 7 de febrero de 2015

Los ballesteros de la tarde




Soneto XXVIII

       Las llamas de la antorcha que prendías
Con gana, en tus mirares perezosos,
Del alba los corceles orgullosos
Negaron cuando más los encendías.
       La luz que te envidió cuando los días,
Quién sabe si enojados o envidiosos,
Corrieron de la vida silenciosos
Añora ya la llama que tenías.
       Silencio es tu mirada donde sueña
Con gozo del sosiego en un retiro
Que la hace ser del cielo entero dueña:
       Silencio es tu mirada o es suspiro
Que gime y se lamenta o se despeña
Sobre el espacio en blanco de un papiro.

2008 © José Ramón Muñiz Álvarez


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