sábado, 7 de febrero de 2015

Soneto

Soneto XXXVIII

       El tiempo silencioso nos la enseña
Al lado del fogón, donde, apartada,
Alegre a veces, otras fatigada,
Solía colocar la blanca leña.
       La suelo recordar siempre risueña,
Más bella que la luz de la alborada,
Hermosa como el oro, delicada,
Estrella de bondad, alma que sueña.
       La suya era una casa acogedora,
Humilde pero digna, aunque, sencilla,
Su vida no gustara ningún lujo.
       También recuerdo, a veces, que la aurora
Solía iluminarla en la buhardilla
Y despertar su voz con su dibujo.

2005 © José Ramón Muñiz Álvarez
“Los arqueros del alba”

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