Para María Dolores Menéndez López
Soneto XIV
La sombra que borró su rostro bello
Volviéndolo cenizas en la nada
Negar quiere mi voz, cuando, callada,
Se rinde al alumbrarla en un destello.
La nieve que fue antorcha en su
cabello
Haciéndolo más claro, a la alborada,
Recuerdo pudo ser, donde, apagada,
Revive, al recordarla en todo aquello.
Hirió su voz sin lucha el sinsentido
Que arranca de los pechos el aliento
Que ceden, quejumbrosos, su sonido.
La muerte arrebató su sentimiento,
Y el hielo sus rosales hizo olvido,
Hiriéndola con fuerza el raudo viento.
“Los arqueros del alba”
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