Para María Dolores Menéndez López
Soneto XVI
La espuma que rizaba tu cabeza
Manchaba los cabellos blanquecinos,
Hermosos como mares coralinos
Que dejan en la costa su pereza.
Tu rostro fue bandera de nobleza,
Los ojos vivarachos, peregrinos,
Atentos a los brillos cristalinos
Del aire que enseñaba su pureza.
Halló en tu pecho un rico posadero
La luz de tu cariño y tu ternura,
Nacida de tu voz, raro lucero.
Jamás bebió tu voz de la amargura
Ni el brillo ardió en tus ojos sin esmero,
Mas tu cabello heló la nieve pura.
“Los arqueros del alba”
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