Para María Dolores Menéndez López
Soneto XXVIII
La luz del sol fue bella en tu mirada,
Haciendo sus antorchas más sencillas,
Mirándose en tus ojos, si es que brillas
Más pura que el granizo y la nevada.
Hermosas sobre el mar, a la alborada,
Las luces enseñaron las orillas,
Un ángel que, besando tus mejillas,
Tu rostro arrebató de madrugada.
Calláronse los labios, que, gozosos,
Ardieron con la brisa un breve instante
Para apagarse luego, silenciosos.
Fue hechizo de coral, raro brillante,
Puñal de plata y oro luminosos,
Luciendo su belleza en tu semblante.
“Los arqueros del alba”
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