Soneto XV
Las rosas de la vida deshojaron
Las horas sin clemencia, y el rocío
Que trajo la mañana del estío
Allí donde las noches la miraron.
Rondó después la muerte, y la encontraron
Los vientos de la tarde a su albedrío,
En un callado y triste señorío
Donde un mirar sincero alborotaron.
Partió Pilar de donde la quería
Aquel cariño bello de los suyos
A una morada lóbrega y callada.
La vida abandonó toda alegría,
Segada por la tarde, ya avanzada,
Que no le dio esperanza en sus arrullos.
2008 ©
José Ramón Muñiz Álvarez
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