sábado, 7 de febrero de 2015

Soneto


Soneto III

       Al cielo regresó el alma desnuda
Dejándonos en estas soledades,
Viajando más allá de las edades,
Más lejos del lugar que un mar anuda.
       Sus labios se cerraron y, ya muda,
Cerró los ojos, llenos de bondades,
Y, faltos de certezas y verdades,
Al verla así, voló libre la duda:
       Darále el sol más luz de la que hoy hubo,
Si quiere, generoso, devolverle
Con su rayo veloz el claro día.
       Su llama mayor brillo del que tuvo
Alegre mostrará cuando encenderle
La antorcha quiera el alba siempre fría.

2008 © José Ramón Muñiz Álvarez

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