Soneto XXVI
Lucero hizo el color que hirió una estrella
Brotando en las antorchas
con holgura,
Para, al llenar un vuelo de
ternura
Y luz, dejarla arder y
arder en ella:
Más clara pudo herir la luz más bella
Con su puñal de sol y de
hermosura,
Que el cuarto iba llenando
de blancura
Quién sabe si la muerte o
una querella.
Más clara pudo herir, y hacerlo pudo
Con besos traicioneros y engañosos
Que el aire vicia si se
queda mudo.
Así Pilar los ojos aún hermosos
Cerró al aire fatal, aire
desnudo,
Pincel sin luz de versos
mentirosos.
2008 © José Ramón Muñiz Álvarez
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