Para María Dolores Menéndez López
Soneto XX
Fue el fruto silencioso del manzano
De aquel color, al tiempo que dormía,
La luz que despertó la brisa fría
De aquel diciembre gris pero lozano.
La luz del sol nacía en lo lejano
Y el verde de los mares presumía
De verse tan hermoso, pues el día,
Madrugador, alzóse aún más temprano.
La lumbre se apagaba en tu mirada,
Rendida ya a la sombra, que, al acecho,
Borrar quiso su hoguera resignada.
Así calló tu voz, cedió tu pecho,
Dejó de respirar y, derrotada,
Un féretro de rosas fue tu lecho.
“Los arqueros del alba”
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