Soneto XVIII
Desde que el hielo hiere su cabello
Y llena de granizo su hermosura,
Desde que azota el viento su blancura
Y mancha en él el alba su destello,
Desde que se hace el banco algo más
bello
Y bella aun más parece su ternura,
Desde que su sonrisa es la dulzura
Y dulce es su mirar sobre su cuello,
Desde que ya su voz, ayer risueña,
Se esconde en el silencio de la nada
Y desde que su risa ha enmudecido,
En vano aguardo yo la carcajada,
En vano la mirada de que es dueña
Y en vano de su voz otro sonido.
2008 ©
José Ramón Muñiz Álvarez
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