Soneto XXI
No olvidarán jamás su risa tierna
Aquellos que con gala recibieron
Su gracia, al contemplarla, y la quisieron
Igual que ella los quiso, alma materna.
El llanto los conduce y los gobierna,
Callado pero firme, pues supieron
Sin lágrimas llorarla y lo tuvieron
Como un dolor discreto, herida interna.
Y yace ya, mas tuvo ayer más vida,
La rosa más templada y más ligera
De cuantas vio la tierra, allí dormida.
Será el sueño morada, aunque severa,
De su sonrisa dulce y atrevida,
Al apurarse triste dondequiera.
2008 ©
José Ramón Muñiz Álvarez
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