Sobre el paisaje dormido
Sobre el paisaje dormido,
nació bella la alborada,
cuya luz alborotada
al cielo quiso encendido.
Y, sabiendo ya rendido
el baluarte silencioso,
rozando el aire brumoso
al capricho de su suerte,
le dijeron de la muerte
y del llanto doloroso.
Y supo el cielo luciente
de la muerte repentina,
que callaba la neblina
en su discreto torrente.
Y el sonido de la fuente
lo dijo al paraje hermoso,
mientras halló, luminoso,
que le dijo la mañana
de la muerte soberana
y del llanto doloroso.
Y triste quebró la helada
en el pétalo que, herido,
supo mostrarse encendido
ante la escarcha agotada.
Porque la muerte callada,
llegada al lugar gozoso,
con un ánimo furioso,
le dijo a los manantiales
de sus callados puñales
y su llanto doloroso.
Sobre el paisaje dormido,
nació bella la alborada,
cuya luz alborotada
al cielo quiso encendido.
Y, sabiendo ya rendido
el baluarte silencioso,
rozando el aire brumoso
al capricho de su suerte,
le dijeron de la muerte
y del llanto doloroso.
Y supo el cielo luciente
de la muerte repentina,
que callaba la neblina
en su discreto torrente.
Y el sonido de la fuente
lo dijo al paraje hermoso,
mientras halló, luminoso,
que le dijo la mañana
de la muerte soberana
y del llanto doloroso.
Y triste quebró la helada
en el pétalo que, herido,
supo mostrarse encendido
ante la escarcha agotada.
Porque la muerte callada,
llegada al lugar gozoso,
con un ánimo furioso,
le dijo a los manantiales
de sus callados puñales
y su llanto doloroso.
2013 © José Ramón
Muñiz Álvarez
“Las mansiones
del silencio”
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