Soneto VII
No puede saber bien la despedida,
sabiendo que es un viaje sin regreso
hacer ese camino en el que, preso,
se aparta tu suspiro de la vida.
Tampoco sabe bien esa bebida
amarga que la muerte torna beso,
un vino venenoso que es exceso
de muerte en tus pupilas decidida.
No importa si es destino merecido
el eco del silencio que ya aguarda
a todo el que nació para la muerte.
Y al fin te vas, con paso decidido,
al sueño en que la vida se acobarda
temiendo que su ausencia la despierte.
2013 © José Ramón
Muñiz Álvarez
“Las mansiones
del silencio”
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