Soneto IV
Más altos vio la noche sus castillos
sabiendo que, si el alma se derrama,
no faltarán las manos de una dama
que su color confunda con sus brillos:
Pinceles de la aurora más sencillos,
los traza con agrado alguna llama,
si el alba se deshace en nuevo drama
que corre con apuro sus pasillos.
Las luces apagaron la hermosura
Del mundo, su color siempre risueño,
Su fuerza, su dulzura y su belleza.
Y triste se hizo entonces la figura
De aquella dama cruel cuyo beleño
Veneno fue robado en la maleza.
2013 © José Ramón
Muñiz Álvarez
“Las mansiones
del silencio”
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