Soneto VI
Halló el descanso, el sueño merecido,
La paz halló, la calma en
un torrente,
Cruzando el mar, que,
alzada de repente,
El horizonte mira en el
olvido.
Es mar su pecho, que, en el mar dormido,
El premio cobra en calma
donde, hiriente,
La espuma salta y corre
irreverente,
Como un sepulcro digno al
ya vencido.
El fondo es, sin embargo, ese remanso
Donde se viste el agua para
el sueño,
Sus rizos disfrazando de
descanso.
Neptuno lo acogió y él es su dueño,
Que halló la paz en un
palacio manso
Que el mar agita con más loco
empeño.
2008 © José Ramón Muñiz Álvarez: los lanceros del
ocaso”
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