Soneto XII
Llegó a puerto el coral que se
encendía,
Antorcha al despertar de la alborada
Que el cielo rompe, siempre alborotada.
Como un lucero hermoso con el día.
La noche un velo trajo en que dormía,
Donde dejó la paz la brisa helada,
La luz de las estrellas reposada
Que el alba con su nueva luz rompía.
Siguió la vida, en fin, y nuevos soles
Traerán los ciclos a adornar el cielo,
Que vestirán de nuevo su blancura.
Allí hallaremos nuevos
arreboles,
Memoria allá en los mares y un consuelo,
Sabiendo que lo abraza el agua pura.
2008 ©
José Ramón Muñiz Álvarez: los lanceros del ocaso”
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