El crepúsculo
Desnudó el tiempo dorado
Al crepúsculo, su hechizo,
Mezclando un cielo rojizo
Y un astro alegre y
callado.
Deshizo el cielo el bordado,
Y, al declinar sin esmero,
Descansó el sol, su lucero
Durmió en paz donde,
agitadas,
Las olas dibujó airadas
Sobre un extraño platero.
Se hizo silencio y olvido
El rumor que, con las olas,
Ruido fue de caracolas,
Mansión, palacio dormido,
Y, en el cielo, malherido,
Valiente acaso y entero,
Cayó el sol y su sendero
Borraron, desenfrenadas,
Del mar las olas cansadas
Sobre un extraño platero.
Dibujo fue en las alturas
Aquel potro desbocado
Cuyo rayo derrotado
Iluminó las llanuras,
Las frondas, las espesuras,
Y, renunciando a su fuero,
Dejó de arder con esmero
Y sus luces apagadas
Reflejó el mar, hechizadas,
Sobre un extraño platero.
Sueño halló por los paisajes,
Sueño que, como oro viejo,
Ardió en un raro reflejo
Por recónditos parajes,
Y, harto ya de tantos
viajes,
Inclinándose, sincero,
Sin luz quedó el mundo
entero
Cuando se vieron doradas
Las estrellas embrujadas
Sobre un extraño platero.
2008 © José Ramón Muñiz Álvarez: los lanceros del
ocaso”
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